lunes, 25 de noviembre de 2019

VIAJE APOSTÓLICO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A: TAILANDIA Y JAPÒN

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El Santo Padre se despide de Tailandia y parte rumbo a Japón

El Papa Francisco concluyó la primera etapa de su 32° Viaje Apostólico Internacional que lo llevó a visitar Tailandia del 19 al 23 de noviembre. Después intensas jornadas de compromisos y emociones en las que el Pontífice se encontró con la pequeña comunidad católica del “país de la sonrisa”, el avión c a bordo con el Pontífice dejó suelo tailandés a las 9.54 hora local.



Las etapas de la visita a Japón: Nagasaki, Hiroshima y Tokio

Japón

25 de noviembre de 2019 2:47 am

Homilía del Papa Francisco en la Misa en el Tokio Dome de Japón

Redacción ACI Prensa

SANTA MISA TOKIO

El Papa Francisco en la Misa en Tokio. Crédito: Vatican Media (Captura de video)

Este 25 de noviembre el Papa Francisco celebró una Misa en el Tokio Dome de Japón en la que reiteró su llamado a que la Iglesia se convierta en un hospital de campaña que proteja toda vida y dé testimonio de compasión y escucha simple en una sociedad donde las exigencias hace que no sean pocas las personas que viven socialmente aisladas, incapaces de comprender el significado de la vida y de su propia existencia.
A continuación la homilía completa del Papa Francisco:
El evangelio que hemos escuchado es parte del primer gran sermón de Jesús; lo conocemos como el “Sermón de la montaña” y nos describe la belleza del camino que estamos invitados a transitar. Según la Biblia, la montaña es el lugar donde Dios se manifiesta y se da a conocer: «Sube hacia mí», le dijo Dios a Moisés (cf. Ex 24,1). Una montaña donde la cima no se alcanza con voluntarismo ni “carrerismo” sino tan sólo con la atenta, paciente y delicada escucha del Maestro en medio de las encrucijadas del camino. La cima se hace llanura para regalarnos una perspectiva siempre nueva de todo lo que nos rodea, centrada en la compasión del Padre. En Jesús encontramos la cima de lo que significa ser humanos y nos muestra el camino que nos conduce a la plenitud capaz de desbordar todos los cálculos conocidos; en Él encontramos una vida nueva donde experimentar la libertad de sabernos hijos amados.
Pero somos conscientes de que, en el camino, esa libertad de hijos puede verse asfixiada y debilitada cuando quedamos encerrados en el círculo vicioso de la ansiedad y de la competitividad, o cuando concentramos toda nuestra atención y mejores energías en la búsqueda sofocante y frenética de productividad y consumismo como único criterio para medir y convalidar nuestras opciones o definir quiénes somos y cuánto valemos. Una medida que poco a poco nos vuelve impermeables o insensibles a lo importante impulsando el corazón a latir con lo superfluo o pasajero. ¡Cuánto oprime y encadena al alma el afán de creer que todo puede ser producido, conquistado o controlado!
Aquí en Japón, en una sociedad con la economía altamente desarrollada, me hacían notar los jóvenes esta mañana en el encuentro que tuve con ellos, que no son pocas las personas que están socialmente aisladas, que permanecen al margen, incapaces de comprender el significado de la vida y de su propia existencia. El hogar, la escuela y la comunidad, destinados a ser lugares donde cada uno apoya y ayuda a los demás, están siendo cada vez más deteriorados por la competición excesiva en la búsqueda de la ganancia y en la búsqueda de la eficiencia. Muchas personas se sienten confundidas e intranquilas, están abrumadas por demasiadas exigencias y preocupaciones que les quitan la paz y el equilibrio.
Como bálsamo reparador suenan las palabras del Señor a no inquietarnos y a confiar. Tres veces con insistencia nos dice: No se inquieten por su vida… por el día de mañana (cf. Mt 6,25.31.34). Esto no significa una invitación a desentendernos de lo que pasa a nuestro alrededor o volvernos irresponsables de nuestras ocupaciones y responsabilidades diarias; sino, por lo contrario, es una provocación a abrir nuestras prioridades a un horizonte más amplio de sentido y generar así espacio para mirar en su misma dirección: «Busquen primero el Reino de los cielos y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura» (Mt 6,33).
El Señor no nos dice que las necesidades básicas, como la comida y la ropa, no sean importantes; nos invita, más bien, a reconsiderar nuestras opciones cotidianas para no quedar atrapados o aislados en la búsqueda del éxito a cualquier costo, incluso de la propia vida. Las actitudes mundanas que buscan y persiguen sólo el propio rédito o beneficio en este mundo, y el egoísmo que pretende la felicidad individual, en realidad sólo nos hacen sutilmente infelices y esclavos, además de obstaculizar el desarrollo de una sociedad verdaderamente armoniosa y humana.
Lo contrario al yo aislado, encerrado y hasta sofocado sólo puede ser un nosotros compartido, celebrado y comunicado (cf. Audiencia general, 13 febrero 2019). Esta invitación del Señor nos recuerda que «necesitamos “consentir jubilosamente que nuestra realidad sea dádiva, y aceptar aun nuestra libertad como gracia. Esto es lo difícil hoy en un mundo que cree tener algo por sí mismo, fruto de su propia originalidad o de su libertad”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 55). De ahí que, en la primera lectura, la Biblia nos recuerda cómo nuestro mundo, lleno de vida y belleza, es ante todo un regalo maravilloso del Creador que nos precede: «Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno» (Gn 1,31); belleza y bondad ofrecida para que también podamos compartirla y ofrecérsela a los demás, no como dueños o propietarios sino como partícipes de un mismo sueño creador. «El auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás» (Carta enc. Laudato si’, 70).
Frente a esta realidad, como comunidad cristiana somos invitados a proteger toda vida y testimoniar con sabiduría y coraje un estilo marcado por la gratuidad y la compasión, la generosidad y la escucha simple, un estilo capaz de abrazar y recibir la vida como se presenta «con toda su fragilidad y pequeñez, y hasta muchas veces con toda sus contradicciones e insignificancias» (Jornada Mundial de la Juventud, Panamá, Vigilia, 26 enero 2019). Se nos invita a ser una comunidad que pueda desarrollar esa pedagogía capaz de darle la «bienvenida a todo lo que no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor. ¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor?, ¿alguien, por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar enfermo o en una prisión, no es digno de amor? Así lo hizo Jesús: abrazó al leproso, al ciego y al paralítico, abrazó al fariseo y al pecador. Abrazó al ladrón en la cruz e inclusive abrazó y perdonó a quienes lo estaban crucificando» (ibíd.).
El anuncio del Evangelio de la Vida nos impulsa y exige, como comunidad, que nos convirtamos en un hospital de campaña, preparado para curar las heridas y ofrecer siempre un camino de reconciliación y perdón. Porque para el cristiano la única medida posible con la cual juzgar cada persona y situación es la de la compasión del Padre por todos sus hijos.
Unidos al Señor, cooperando y dialogando siempre con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y también con los de convicciones religiosas diferentes, podemos transformarnos en levadura profética de una sociedad que proteja y se haga cargo cada vez más de toda vida.
CONTEMPLACIÒN:
Señor, tú eres  quien se manifiesta en la montaña y nos enseñas el Camino allanado porque tù  corazón  es  puro

donde encontramos el amor verdadero que lo hace todo perfecto
 realizando la transformación de todo aquello que no lo es
y muchos rechazan.
Solo contigo podemos ser felices y Tu verdad y amor nos hace libres.
No permitas que todos aquellos que rechazan tu palabra y enseñanzas
dañen la vida humana y la libertad que Dios por amor nos da.
Que sean capaces de recibir,y respetar a toda vida humana,a
 los hermanos ,frágiles, débiles y pequeños.
Como dice el Santo Padre Francisco, transformar en levadura 
profética  la sociedad que permita abrazar y hacerse cargo
de toda vida.
Que así sea
Perla


Homilía del Papa Francisco en Misa de Nagasaki Japón

Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco en Nagasaki. Foto: Captura YouTube

El Papa Francisco celebró una Misa en el estadio de béisbol de Nagasaki este domingo 24 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, durante su viaje apostólico en Japón.
“Nagasaki lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos. Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo”, pidió el Santo Padre.
A continuación, la homilía que pronunció el Papa Francisco:
“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lc 23,42).
En este último domingo del año litúrgico unimos nuestras voces a la del malhechor que, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo proclamó rey. Allí, en el momento menos triunfal y glorioso, bajo los gritos de burlas y humillación, el bandido fue capaz de alzar la voz y realizar su profesión de fe. Son las últimas palabras que Jesús escucha y, a su vez, son las últimas palabras que Él dirige antes de entregarse a su Padre: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43).
El pasado tortuoso del ladrón parece, por un instante, cobrar un nuevo sentido: acompañar de cerca el suplicio del Señor; y este instante no hace más que corroborar la vida del Señor: ofrecer siempre y en todas partes la salvación. El calvario, lugar de desconcierto e injusticia, donde la impotencia y la incomprensión se encuentran acompañadas por el murmullo y cuchicheo indiferente y justificador de los burlones de turno ante la muerte del inocente, se transforma, gracias a la actitud del buen ladrón, en una palabra de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y gritos de sálvate a ti mismo frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidan por la compasión como auténtica forma para construir la historia.
Hoy aquí queremos renovar nuestra fe y nuestro compromiso; conocemos bien la historia de nuestras fallas, pecados y limitaciones, al igual que el buen ladrón, pero no queremos que eso sea lo que determine o defina nuestro presente y futuro. Sabemos que no son pocas las veces que podemos caer en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del “sálvate a ti mismo”, y perder la memoria de lo que significa cargar con el sufrimiento de tantos inocentes.
Estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano. Por eso, como el buen ladrón, queremos vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en la defensa y el servicio del Señor, el Inocente sufriente. Queremos acompañar su suplicio, sostener su soledad y abandono, y escuchar, una vez más, que la salvación es la palabra que el Padre nos quiere ofrecer a todos: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Salvación y certeza que testimoniaron valientemente con su vida san Pablo Miki y sus compañeros, así como los miles de mártires que jalonan su patrimonio espiritual. Sobre sus huellas queremos caminar, sobre sus pasos queremos andar para profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión; es capaz de vencer sobre todo pesimismo inoperante o bienestar narcotizante, que termina por paralizar cualquier buena acción y elección.
Como nos lo recordaba el Concilio Vaticano II, lejos están de la verdad quienes sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura, piensan que por ello podemos descuidar nuestros deberes terrenos, no advirtiendo que, precisamente, por esa misma fe profesada estamos obligados a realizarlos de una manera tal que den cuenta y transparenten la nobleza de la vocación con la que hemos sido llamados (cf. Const. past. Gaudium et spes, 43).
Nuestra fe es en el Dios de los Vivientes. Cristo está vivo y actúa en medio nuestro, conduciéndonos a todos hacia la plenitud de vida. Él está vivo y nos quiere vivos, es nuestra esperanza (cf. Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 1). Lo imploramos cada día: venga a nosotros tu Reino, Señor. Y al hacerlo queremos también que nuestra vida y nuestras acciones se vuelvan una alabanza. Si nuestra misión como discípulos misioneros es la de ser testigos y heraldos de lo que vendrá, no podemos resignarnos ante el mal y los males, sino que nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera que estemos: familia, trabajo, sociedad; ser una pequeña abertura en la que el Espíritu siga soplando esperanza entre los pueblos.
El Reino de los cielos es nuestra meta común, una meta que no puede ser solo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y trabajadores extranjeros: todos ellos sacramento vivo de Cristo, nuestro Rey (cf. Mt 25,31-46); porque “si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse” (S. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 49).
En el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban, tan solo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente; toda una valiente profesión de fe. Está en cada uno de nosotros la decisión de callar, burlar o profetizar.
Queridos hermanos: Nagasaki lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos. Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo, y para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz.
Contemplaciòn:
 Señor hoy estás presente  entre nosotros
en Tu Iglesia como
"Jesucristo, Rey de Universo"
La Palabra nos recuerda tu infinito amor.
junto al buen ladrón queremos
pedirte perdón por todo el daño
que somos capaces de hacer.
Con toda humildad  imploramos que desde
el Reino,te acuerdes de nosotros pecadores.
Necesitamos la salvaciòn que solo viene de Ti.
Acompañamos a nuestros hermanos que sufrieron
muerte, persecución y destrucciòn en Japòn.
También lo hacemos junto al
Santo Padre Francisco con nuestras oraciones.
Implorando lo protejas, cuides y acompañes
en esta misiòn físicamente desgastadora.
Dale entereza y alegría en su corazòn , para
que sienta que ha cumplido con el deber de donde
  recibirá los frutos que el Padre Dios le 
encomendara como Pastor de toda la humanidad.
Que asì sea
Perla

domingo, 24 de noviembre de 2019

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO




Oremos:

Amado Señor, Jesucristo Rey del Universo; Hijo del Padre Eterno.
Viniste y diste la vida y cada gota de tu preciosísima sangre,
por la salvación de toda la humanidad.
Para muchos hombres y mujeres de hoy los que no te reconocen y te ofenden, dicen que no existes.
 Para nosotros tus hijos;
Tú eres:
Camino, Verdad y Vida,
Viniste al mundo, a recordarnos la Ley del Padre Creador y  a reconciliarnos con Èl, el Dios que da la vida e infinito Amor.
Su ley es  simple solo diez Mandamientos: comparada con la de los hombres :  es más  Justa porque encierra la Luz verdadera, Sabiduría y Ciencia infinita.
 La Ley del Padre, encierra la Verdadera; Verdad: es el secreto de Tú Divinidad de tu vida entre nosotros que lo hace todo perfecto, marcando un comienzo; sin fin. que nos da orden y paz.
Señor Nuestro Rey  ante la grandeza y maravilla de tu Santo Espíritu, nos postramos y pedimos perdón, por tanta maldad e injusticias cometidas por una humanidad que no quiere la paz; eligiendo el odio, la muerte y la división, entre hermanos.
Señor Jesucristo Rey de eterna Gloria: no solo viniste y nos recordaste la Ley del Padre, a los cristianos; viniste por mucho más, a salvar a los pecadores a todo el Universo.
Estableciste tu Iglesia dejando riquezas: caminos espirituales y temporales basados en la Verdad, orden y Amor de los Mandamientos y Sacramentos: recordando el más importante amarnos los unos y los otros.
En estos tiempos donde hombres y mujeres alejados de Dios por decisión propia: prefieren el desorden, al orden, la mentira a la verdad, el mal, al bien,
las tinieblas a la luz, la corrupción a la honestidad, el odio y la violencia,
al amor y la unidad.
Nos diste en la Palabra enseñanzas que nos permiten, reconocernos cristianos, enviaste al Espíritu Santo y a sus Sagrados siete Dones, para que al recibirlos y ponerlos en práctica podamos comprender el misterio de lo secreto, el conocimiento de la Divinidad y lo Sagrado  que es el Reino
; para que  con humildad y entrega podamos comprender, lograr  la capacidad que nos permita luchar esforzarnos y ser santos como Tú y el Padre lo son.
Señor: “Cristo Rey del Universo”, sabemos que estas sentado a la derecha del Padre te damos infinitas gracias, por darnos: Tú cuerpo y Sangre recibidos en la Santa Misa; Sustanciación Eucarística que  alienta el alma de los cristianos  que con fe y esperanza en vela y oración esperamos Tu segunda Venida.
Amén
Perla


jueves, 21 de noviembre de 2019

SOLEMNIDAD: PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL TEMPLO

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Presentación virgen maría en el templo


Oremos:

Amada Madre,de Purísima e Inmaculada Concepciòn.
Gracias a Tu " Si" tuvimos un Salvador;  por tu fe en Dios, estando solo comprometida con Jose quien más tarde supo por el Ángel y comprendió que su misión era cuidar de Ti y de Jesùs a este llamado respondiste positivamente.
Siendo una joven de dies y seis años enfrentaste a una sociedad donde las mujeres eran apedreadas si tenian relaciones ilícitas.
Respondiste al Àngel del Señor; "Hágase en mí según tu Palabra" él fue quien te dijo tendrias un Hijo y serías la Madre, del Hijo de Dios.
Solo preguntaste como puede ser eso no tengo relacion con hombre.el àngel te respondio el poder del Altísimo te envolverá con su sombra,el Niño será Santo y lo
llamaras, Emmanuel que quiere decir " Dios con nosotros"
Han pasado los siglos viviendo los hombres en ignorancia  cuestionando
 "Tu Virginidad y Tu Maternidad Divina"
Del cielo vinieron Señales demostrando  la Virginidad de Marìa,y el discernimiento para comprender; pero la soberbia cegó el intelecto  de los hombres  incrédulos y usaron esos conocimientos que venían de la Sabiduría Divina.para beneficio personal y comenzaron a realizar cesáreas. que son nacimientos no convencional: el Señor permitió esto por infinita Misericordia.
1ª El Niño Jesùs nació milagrosamente y Tu lo cuentas en San Nicolás; Jose salió, te adormesiste y cuando despertaste tenias a Jesus en tus brazos, manteniendo tu Virginidad Maternal. 
Madre los catòlicos creemos y amamos Tu Virginidad;
Tu Santa e Inmaculada Concepciòn.
En este siglo a las puertas de los tiempos prometidos:
 Dios Padre; Creador de todo lo existente quien controla, dándonos  Vida y Amor, envía otra señal asì lo interpreta el creyente sobre  temas en cuestión que nos involucra con El
Pero para el no creyente es conocimiento científico humano ellos no creen en Dios.ni en  el Espìritu Santo.
 Si no creen  en Dios, menos lo  harán en el Santo Espìritu en su Ciencia, Sabiduría y  Luz:
Así vino en este siglo la nueva Señal; y otra vez el error de los hombres la usan no para reflexionar sobre lo Sagrado y pedir perdòn,  exploraron y vieron que un niños se puede gestar de otra forma fuera del vientre materno, separado de la relación sexual, entre hombre y mujer.
Descubren y utilizan la fecundaciòn asistida, manipulando y deformando este conocimiento,otra vez el error.
Pero lo más grave es creerse dioses, y dar vida y quitarla a conveniencia.
Madre, en este Dìa recordamos la presentación de Joaquín y Ana de tu Virginidad
al Señor.
Son Tiempos de espera de la Justicia Divina, imploramos a Dios su infinita Misericordia.
Amèn
Perla


domingo, 17 de noviembre de 2019

SANTA MISA DEL SANTO PADRE FRANCISCO TERCERA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Homilía del Papa Francisco en la tercera Jornada Mundial de los Pobres

Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Foto: Captura YouTube

El Papa Francisco celebró este domingo 17 de noviembre en la Basílica de San Pedro una Misa en ocasión de la tercera Jornada Mundial de los Pobres en la que participaron numerosas personas pobres e indigentes junto a voluntarios de diferentes realidades caritativas que los asisten diariamente.
“Los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano. Nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu”, dijo el Papa.
A continuación, la homilía pronunciada por el Santo Padre:
En el evangelio de hoy, Jesús sorprende a sus contemporáneos, y también a nosotros. En efecto, justo cuando se alababa el magnífico templo de Jerusalén, dice que «no quedará piedra sobre piedra» (Lc 21,6). ¿Por qué estas palabras hacia una institución tan sagrada, que no era sólo un edificio, sino un signo religioso único, una casa para Dios y para el pueblo creyente? ¿Por qué profetizar que la sólida certeza del pueblo de Dios se derrumbaría? ¿Por qué el Señor deja al final que se desmoronen las certezas, cuando el mundo las necesita cada vez más?
Buscamos respuestas en las palabras de Jesús. Él nos dice hoy que casi todo pasará. Casi todo, pero no todo. En este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, Él explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son. Son realidades grandiosas, como nuestros templos, y espantosas, como terremotos, signos en el cielo y guerras en la tierra. A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo. Entonces, para ayudarnos a comprender lo que importa en la vida, Jesús nos advierte acerca de dos tentaciones.
La primera es la tentación de la prisa, del ahora mismo. Para Jesús no hay que ir detrás de quien dice que el final está cerca, que «está llegando el tiempo». Es decir, que no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente.
Sin embargo, cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice “ahora o nunca”. Pero esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios. Si nos afanamos por el ahora mismo, olvidamos al que permanece para siempre: seguimos las nubes que pasan y perdemos de vista el cielo. Atraídos por el último grito, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado.
¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles. Se va de prisa, sin preocuparse que las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos.
Jesús, como antídoto a la prisa propone hoy a cada uno la perseverancia: «con su perseverancia salvarán sus almas». Perseverancia es seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo. Por esto, la perseverancia es el don de Dios con que se conservan todos los otros dones. Pidamos por cada uno de nosotros y por nosotros como Iglesia para perseverar en el bien, para no perder de vista lo importante. Este es el engaño de la prisa.
Hay un segundo engaño del que Jesús nos quiere alejar, cuando dice: «Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy” [...]; no vayan tras ellos». Es la tentación del yo. El cristiano, como no busca el ahora mismo sino el siempre, no es entonces un discípulo del yo, sino del tú. Es decir, no sigue las sirenas de sus caprichos, sino el reclamo del amor, la voz de Jesús. ¿Y cómo se distingue la voz de Jesús? “Muchos vendrán en mi nombre”, dice el Señor, pero no han de seguirse.
No basta la etiqueta “cristiano” o “católico” para ser de Jesús. Es necesario hablar la misma lengua de Jesús, la del amor, la lengua del tú. No habla la lengua de Jesús quien dice yo, sino quien sale del propio yo. Y, sin embargo, cuántas veces, aún al hacer el bien, reina la hipocresía del yo: hago lo correcto, pero para ser considerado bueno; doy, pero para recibir a cambio; ayudo, pero para atraer la amistad de esa persona importante. De este modo habla la lengua del yo. La Palabra de Dios, en cambio, impulsa a un «amor no fingido» (Rm 12,9), a dar al que no tiene para devolvernos (cf. Lc 14,14), a servir sin buscar recompensas y contracambios (cf. Lc 6,35). Entonces podemos preguntarnos: ¿Ayudo a alguien de quien no podré recibir? Yo, cristiano, ¿tengo al menos un pobre como amigo?
Los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano. Nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu (cf. Mt 5,3). Entonces, más que sentir fastidio cuando oímos que golpean a nuestra puerta, podemos acoger su grito de auxilio como una llamada a salir de nuestro proprio yo, acogerlos con la misma mirada de amor que Dios tiene por ellos. ¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios! Estando con los pobres, sirviendo a los pobres, aprendemos los gustos de Jesús, comprendemos qué es lo que permanece y qué es lo que pasa.
Volvemos así a las preguntas iniciales. Entre tantas cosas penúltimas, que pasan, el Señor quiere recordarnos hoy la última, que quedará para siempre. Es el amor, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8), y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él. Los pobres nos facilitan el acceso al cielo; por eso el sentido de la fe del Pueblo de Dios los ha visto como los porteros del cielo. Ya desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor.
Contemplaciòn:
Señor Jesùs en estos tiempos,de globalizaciòn,
y comunicaciòn en todo el planeta vemos a los 
pobres de espìritu que son aquellas personas que
 lo tienen todo y son incapaces de compartir sus riquezas,
se sienten cómodos con sus bienes materiales, sin importarles
el orden social justo; de trabajo y valores.
El dinero está en especulaciones financieras sin
dar oportunidades  de inversiones y generar trabajo
que dignifica al hombre.
Vivimos en sociedades,que han perdido el sentido de valorar a 
la vida humana, descertandola ,sacándola  del plan Divino de Dios.
Muchos hermanos deambulan por el mundo, sin oportunidad
de  vivir dignamente en la calle sin techo y comida esto no es lo que el
Creador planeó , para todos sus hijos es decir: ser amados y cuidados.
 Una sociedad que cuente con los recursos necesarios para vivir, una 
vida digna.
En respuesta al pedido del Santo Padre Francisco debemos,
Como pueblo de Dios, discernir estas cosas reflexionar pidiendo
 al cielo nos ilumine, nos abra el corazòn y conciencias, para responder
 con actos de caridad y amor: ayudando a los hermanos que sufren 
 pobreza, marginalidad y abandono.
 Para que podamos reconocer en nuestros hermanos más pobres el 
amor de Dios y ser respuesta fiel a su Palabra.
Que asì sea
Perla

lunes, 11 de noviembre de 2019

ORAMOS POR LA PAZ EN CHILE Y BOLIVIA

Mensaje : marìa del rosario de san nicolás
11/11/2011      11/11/2019

Mi querida hija, Mi  Corazòn de Madre esta para mis hijos,
para Rescatarlos y Protegerlos.
Aquel que crea, que ame a Jesùs, y ame a Su Madre,
Sean generosos los hombres, sean humildes y asi podran recibir en
sus corazones lo que les digo.Que se hagan pequeños como niños y
confiaran en esta Madre.
Gloria al Señor por la eternidad.
Predica a todos tus hermanos

Contemplaciòn:
"Oracion continua, con nuestra Madre"
Santo Rosario
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ORAMOS PIDIENDO PAZ

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Señor Jesús, tú eres nuestra paz, mira nuestra Patria
dañada por la violencia y dispersa por el miedo
y la inseguridad
Consuela el dolor de quienes sufren.
 Da acierto a las
decisiones de quienes nos gobiernan. 
Toca el corazón
de quienes olvidan que somos hermanos y provocan
sufrimiento y muerte.
 Dales el don de la conversión
Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y
jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades
Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos
responsables, sepamos ser promotores de justicia y de
paz, para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
Amén.
María, Reina de la paz, ruega por nosotros.


Contemplaciòn:
Señor, nuestra responsabilidad de misioneros,
nos ubica en un solo lugar porque son momentos
de crisis, especialmente en estas dos Naciones hermanas.
Oramos;
Por la Paz.
Hay enfrentamiento entre hermanos y lo más grave 
muerte inocente.
Nosotros no somos ni derecha, ni izquierda somos
hijos de Dios, que queremos paz y justicia,en plena luz y verdad
del Padre Creador.
Ayúdanos para que se apaciguen las conductas de los dirigentes,
para que con tu ayuda den garantías de paz a los pueblos.
Protege a los pobres y a los más vulnerables, en un mundo
de descarte humano y dolor, ayúdanos con tu luz y poder a nuestras oraciones
para que sean escuchadas en el Reino y haya Paz.
Amèn
Perla.

sábado, 2 de noviembre de 2019

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS: DÌA POR LOS DIFUNTOS



Todos los santos


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EFESIOS
C 6 ,V 18
Eleven constantemente toda clase de oraciones
Y súplicas, animados por el Espíritu,
Dedíquese con perseverancia incansable a interceder
Por todos los hermanos.
Palabra de Dios

Contemplaciòn:
Queridos hermanos,que pasaron a vestir de blanco.
Y llevan con orgullo la corona que les fue otorgada
en el Reino, necesitamos de vuestra intercesiòn.en la oraciòn
En estos tiempos que vivimos con Ideologías y conductas erradas,
donde se daña con ligereza a la Santísima Trinidad.
Vemos todo tipo de faltas y pecados abominables, donde
 hombres y mujeres  hoy han perdido el sentido de los valores,
que se encuentran en la ley de Dios y la Verdad de su Palabra.
Los que llevamos en él corazòn grabada esa Verdad,que es, Amor y
misericordia del Padre vivimos un duelo permanente porque han 
logrado dañar el alma del creyente con todo tipo de violencia.
La fe y la esperanza nos alimentan  dan luz y ayudan,a comprender
  que esto ocurriría porque está escrito; pero también
sabemos que esto no es  el final porque el Todopoderoso planificó, el orden
y la belleza, porque Él lo hizo,lo hace todo perfecto.
No se ha cumplido la fidelidad de hijos, lo han sacado del mundo y Naciones,pero
para sus hijos fieles, hay una promesa y en ella creemos y esperamos;
" Tierra nueva; cielo nuevo" que vendrá.
Donde recibiremos del Santo Espìritu lo esperado por siglos, de los siglos.
Que asì sea
Perla


Todos los difuntos

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Queridos hermanos, difuntos especialmente mis seres queridos,
Mis Padres Juan; Juana,hermanos: Violeta, Laura, Roque.
sobrinito: Facundo 2 añitos.
Mis suegros: Celeste; Miguel, mi esposo Carlos y todos
los familiares de las familias Perez, Contreras, Irrazabal y Rajcovich
Hoy en la Santa Misa Comulgamos con Cristo Jesùs a quien pedimos
por todos los hermanos difuntos recordandolos con amor:a los que  están en el cielo, y también por los que  continúan en el purgatorio;
limpiando sus pecados, sabiendo que al Reino no se entra con manchas
 las que deben ser purificadas con nuestra oraciòn, esta es la condiciòn 
para estar frente a Dios y vivir con El la vida eterna.
Hoy para todos ellos un recordatorio con la promesa y deseos de volvernos a ver. 
Para todos nuestros difuntos el Descanso y Paz eterna.
Que así sea

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Pedimos al Padre perdòn por nuestras maldades: por todos los cuerpos desmembrados,mutilados por la maldad y soberbia de los hombres y mujeres que matan   a un inocente indefenso; con la práctica del aborto  , por esas almas  que no tuvieron la oportunidad de vivir; y  permitirnos poder ver en ellos, la belleza de la Creaciòn y Amor de Dios.

Amèn
Perla