Papa Francisco SANTA MISA EN Bari por encuentro “Mediterráneo frontera de paz”
ACI PRENSA
7AM ARGENTINA- CHILE-PARAGUAY -BRASIL
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El Papa Francisco presidió este domingo 23 de febrero una Misa junto a 58 obispos del Mediterráneo con ocasión del encuentro “Mediterráneo frontera de paz” organizado por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en la ciudad de Bari.
“Elijamos hoy el amor, aunque cueste, aunque vaya contra corriente. No nos dejemos condicionar por lo que piensan los demás, no nos conformemos con medias tintas. Acojamos el desafío de Jesús, el desafío de la caridad. Así seremos verdaderos cristianos y el mundo será más humano”, dijo el Papa.
A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:
Jesús cita la antigua ley: «Ojo por ojo, diente por diente» (cf. Mt 5,38; Ex 21,24). Sabemos lo que significaba: a quien te quita algo, le quitarás lo mismo. En realidad, era un gran progreso, porque evitaba represalias peores: si alguien te ha hecho daño, le pagarás con la misma medida, no podrás hacerle algo peor. Que las controversias terminaran con un empate era ya un paso adelante. Sin embargo, Jesús va más allá, mucho más lejos: «Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia» (Mt 5,39). Pero, ¿cómo, Señor? Si alguien piensa mal de mí, si alguno me lastima, ¿no puedo pagarle con la misma moneda? “No”, dice Jesús. Nada de violencia, ninguna violencia.
Podríamos pensar que esta enseñanza de Jesús esconde una estrategia: al final, el malvado se dará por vencido. Pero no es este el motivo por el que Jesús pide que amemos incluso a los que nos hacen daño. Entonces, ¿cuál es la razón? Que el Padre, nuestro Padre, ama siempre a todos, aun cuando no es correspondido. Él «hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos» (v. 45). Y hoy, en la primera lectura, nos dice: «Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo» (Lv 19,2); en otras palabras: “Vivid como yo, buscad lo que yo busco”. Así lo hizo Jesús. No señaló con el dedo a los que lo condenaron injustamente y lo mataron de manera cruel, sino que les abrió los brazos en la cruz. Y perdonó a quienes lo crucificaron (cf. Lc 23,33-34).
Entonces, si queremos ser discípulos de Cristo, si queremos llamarnos cristianos, este es el camino. Amados por Dios, estamos llamados a amar; perdonados, a perdonar; tocados por el amor, a dar amor sin esperar a que comiencen los otros; salvados gratuitamente, a no buscar ningún beneficio en el bien que hacemos. Tú podrías decir: “¡Pero Jesús exagera! Incluso dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen» (Mt 5,44); habla así para llamar la atención, aunque tal vez en realidad no quiera decir eso”. En cambio, sí. Jesús aquí no usa paradojas, ni giros de palabras; es directo y claro. Cita la antigua ley y dice solemnemente: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos”. Son palabras intencionadas, precisas.
Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Esta es la novedad cristiana. Es la diferencia cristiana. Rezar y amar: esto es lo que debemos hacer; y no sólo por los que nos aman, por los amigos, por nuestra gente. Porque el amor de Jesús no conoce límites ni barreras. El Señor nos pide la valentía de un amor sin cálculos. Porque la medida de Jesús es el amor sin medida. ¡Cuántas veces hemos descuidado lo que nos pide, actuando como todos los demás! Sin embargo, el mandamiento del amor no es una simple provocación, sino es el espíritu del Evangelio. Sobre el amor hacia todos no aceptamos excusas, no predicamos una cómoda prudencia. El Señor no fue prudente, no hizo concesiones, nos pide el extremismo de la caridad. Este es el único extremismo cristiano: el del amor.
Amad a vuestros enemigos. Nos haría bien repetirnos a nosotros mismos estas palabras y aplicarlas a las personas que nos tratan mal, que nos molestan, que nos cuesta aceptar, que nos quitan la serenidad. Amad a vuestros enemigos. Nos haría bien preguntarnos también: “¿Qué me preocupa en la vida: mis enemigos, quien me aborrece, o amar?”. No te preocupes de la maldad de los demás, o del que piensa mal de ti. En cambio, comienza a transformar tu corazón por amor a Jesús. Porque quien ama a Dios no tiene enemigos en el corazón. El culto a Dios es lo opuesto a la cultura del odio. Y la cultura del odio se combate enfrentando el culto a la lamentación. ¡Cuántas veces nos quejamos por lo que no recibimos, por lo que está mal! Jesús sabe que muchas cosas están mal, que siempre habrá alguien que no nos quiera, e incluso alguien que nos perseguirá. Pero nos pide sólo que recemos y amemos. Esta es la revolución de Jesús, la más grande de la historia: la que pasa del odio al amor por el enemigo, del culto a la lamentación a la cultura del don. ¡Si pertenecemos a Jesús, este es el camino!
Sin embargo, podrías objetar: “Sí, comprendo la grandeza del ideal, pero la vida es otra cosa. Si amo y perdono, no sobrevivo en este mundo, donde prevalece la lógica de la fuerza y donde parece que todos piensan sólo en sí mismos”. Pero, entonces, ¿la lógica de Jesús es un fracaso? A los ojos del mundo Él es un perdedor, pero a los ojos de Dios es un ganador. En la segunda lectura, san Pablo nos recordaba: «Que nadie se engañe [...]. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios» (1 Co 3,18-19). Dios ve más allá. Él sabe cómo ganar. Sabe que el mal sólo se puede vencer con el bien. Nos salvó así: no con la espada, sino con la cruz. Amar y perdonar es vivir como ganadores. En cambio, perderíamos si defendiéramos la fe con la fuerza. El Señor también nos repetiría a nosotros las palabras que dijo a Pedro en Getsemaní: «Mete la espada en la vaina» (Jn 18,11). En los Getsemaní de hoy, en nuestro mundo indiferente e injusto, donde parecería que se asiste a la agonía de la esperanza, el cristiano no puede comportarse como aquellos discípulos, que primero tomaron la espada y luego huyeron. No, la solución no es desenvainar la espada contra alguien, ni tampoco huir de los tiempos que nos toca vivir. La única solución es el camino de Jesús: el amor activo, el amor humilde, el amor «hasta el extremo» (Jn 13,1).
Queridos hermanos y hermanas: Hoy Jesús, con su amor sin límites, levanta el estandarte de nuestra humanidad. Podríamos preguntarnos, al fin de cuentas: “Y nosotros, ¿lo lograremos?”. Si la meta fuera imposible, el Señor no nos hubiera pedido que la alcanzáramos. Pero, solos es difícil; es una gracia que debemos implorar. Se necesita pedir a Dios la fuerza para amar, decirle: “Señor, ayúdame a amar, enséñame a perdonar. Solo no puedo hacerlo, te necesito”. Y también pedirle la gracia de ver a los demás no como obstáculos y complicaciones, sino como hermanos y hermanas a quienes amar. Con mucha frecuencia le pedimos ayuda y gracias para nosotros mismos, pero qué poco le imploramos para que sepamos amar. No le rogamos lo suficiente para aprender a vivir el espíritu del Evangelio, para ser cristianos de verdad. Sin embargo, «a la tarde te examinarán en el amor» (S. JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y de amor, 60). Elijamos hoy el amor, aunque cueste, aunque vaya contra corriente. No nos dejemos condicionar por lo que piensan los demás, no nos conformemos con medias tintas. Acojamos el desafío de Jesús, el desafío de la caridad. Así seremos verdaderos cristianos y el mundo será más humano.
CONTEMPLACIÓN:
PARECE DIFÍCIL PARA MUCHOS EN ESTOS TIEMPOS;PERO UN CORAZÓN
HUMILDE Y VERDADERAMENTE ENTREGADO AL SEÑOR
PUEDE LOGRAR LO QUE EL PAPA NOS PIDE.
AMAR A NUESTROS ENEMIGOS, CONSTRUIR LA REVOLUCIÒN DEL AMOR Y
AMAR HASTA QUE DUELA.
PIDAMOS AL SEÑOR NOS AYUDE Y LO LOGRAREMOS.
" No le rogamos lo suficiente para aprender a vivir el espíritu del Evangelio, para ser cristianos de verdad. Sin embargo, «a la tarde te examinarán en el amor» (S. JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y de amor, 60). Elijamos hoy el amor, aunque cueste, aunque vaya contra corriente. No nos dejemos condicionar por lo que piensan los demás, no nos conformemos con medias tintas. Acojamos el desafío de Jesús, el desafío de la caridad. Así seremos verdaderos cristianos y el mundo será más humano."
El Papa Francisco visitará por segunda ocasión la ciudad italiana de Bari el próximo 23 de febrero, con motivo del encuentro de reflexión y espiritualidad titulado “Mediterráneo frontera de paz” que organiza la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede este 21 de enero, el Pontífice viajará a Bari en helicóptero a las 7:00 a.m. (hora local) desde el helipuerto del Vaticano y aterrizará en la plaza “Cristóbal Colón” de Bari alrededor de las 8:15 a.m.
A su llegada a la capital de la Región Puglia, el Papa será recibido por el Arzobispo de Bari-Bitonto, Mons. Francesco Cacucci, junto a algunas autoridades civiles.
El Santo Padre se trasladará en coche a la Basílica de San Nicolás para reunirse con los obispos del Mediterráneo a las 8:30 a.m. y pronunciar un discurso.
Entre las personalidades que intervendrán en este encuentro se encontrarán el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Cardenal Gualtiero Bassetti; el Arzobispo de Vrh Bosnia y presidente de la Conferencia Episcopal de Bosnia y Herzegovina, Cardenal Vinko Puljić; el Administrador Apostólico "sede vacante" del Patriarcado Latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa; y el Arzobispo de Argel (Argelia) y presidente de la Conferencia Episcopal Regional del Norte de África (CERNA), Mons. Paul Desfarges.
Tras los discursos, el Papa Francisco saludará a los obispos y bajará a la cripta de la basílica para venerar las reliquias de San Nicolás y saludar a la comunidad de padres dominicos.
Luego, el Pontífice saludará a las personas que estarán afuera de la basílica y, al finalizar, se trasladará en coche al Corso Vittorio Emanuele II para celebrar una Misa a las 10:45 a.m.
Al término de la Celebración Eucarística, el Santo Padre dirigirá el rezo del Ángelus y luego irá en coche a la plaza “Cristóbal Colón” desde donde regresará a Roma.
La llegada del Papa al helipuerto del Vaticano está prevista a las 1:45 p.m.
Primera visita a Bari
La primera visita del Papa Francisco a Bari fue el 7 de julio de 2018, donde se reunió con los patriarcas y líderes de las principales Iglesias Orientales para rezar juntos por la paz en Oriente Medio y estrechar los lazos ecuménicos.
Ese día el Santo Padre llamó a combatir la indiferencia ante los cristianos perseguidos, asesinados y expulsados de sus tierras en Oriente Medio. Dijo que es una indiferencia homicida, que mata.
“Nosotros queremos ser una voz que combate el homicidio de la indiferencia. Queremos dar voz a quien no tiene voz, a quien sólo puede tragarse las lágrimas, porque Oriente Medio hoy llora, sufre y calla, mientras otros lo pisotean en busca de poder y riquezas”, advirtió el Papa.
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