emotiva oración que rezó el
Santo Padre Francisco al finalizar el Vía Crucis
Papa Francisco en Vía Crucis de
Viernes Santo 2018. Foto: Vatican News / ACI Prensa.
Tras el Vía Crucis del Viernes Santo presidido por
el Papa Francisco en el Coliseo de Roma, donde muchos de los primeros
cristianos murieron martirizados, el Santo Padre rezó una larga y emotiva
oración dirigida a Jesús “llena de vergüenza, arrepentimiento y esperanza”
frente a los 20 mil asistentes.
A continuación, el texto completo de la oración:
Señor
Jesús, nuestra mirada está dirigida a ti, llena de vergüenza, de
arrepentimiento y de esperanza.
Ante
tu amor supremo, la vergüenza nos impregna por haberte dejado sufrir en soledad
nuestros pecados:
La
vergüenza de haber huido ante la prueba a pesar de haber dicho miles de veces
“incluso si todos te abandonan, yo no te abandonaré jamás”.
La
vergüenza de haber elegido a Barrabás y no a ti, el poder y no a ti, la
apariencia y no a ti, el dinero y no a ti, la mundanidad y no la eternidad.
La
vergüenza por haberte tentado con la boca y con el corazón cada vez que nos
hemos encontrado ante una prueba, diciéndote: “si tú eres el Mesías, sálvate y
creeremos”.
La vergüenza por tantas personas, incluso algunos de tus
ministros, que se han dejado engañar por la ambición y por la vana gloria
perdiendo su dignidad y su primer amor.
La
vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo
fracturado por las divisiones y por las guerras; un mundo devorado por el
egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos son
marginados.
La
vergüenza de haber perdido la vergüenza.
¡Señor
Jesús, danos siempre la gracia de la santa vergüenza!
Nuestra
mirada está llena también de un arrepentimiento que, delante de tu silencio
elocuente, suplica tu misericordia:
Un
arrepentimiento que germina ante la certeza de que sólo tú puedes salvarnos del
mal, sólo tú puedes curar nuestra lepra de odio, de egoísmo, de soberbia, de
codicia, de venganza, de codicia, de idolatría, sólo tú puedes abrazarnos
devolviéndonos la dignidad filiar y alegrarte por nuestro regreso a casa, a la
vida.
El
arrepentimiento que surge de sentir nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra
vanidad y que se deja acariciar por su dulce y poderosa invitación a la
conversión.
El
arrepentimiento de David que, desde el abismo de su miseria, encuentra en ti su
única fuerza.
El
arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza, que nace de la certeza de que
nuestro corazón permanecerá siempre inquieto hasta que no te encuentre y
encuentre en ti su única fuente de plenitud y de quietud.
El
arrepentimiento de Pedro que, cruzando su mirada con la tuya, llora amargamente
por haberte negado delante de los hombres.
Señor
Jesús, ¡danos siempre la gracia del santo arrepentimiento!
Ante
tu suprema majestad se enciende, en la tenebrosidad de nuestra desesperación,
la chispa de la esperanza para que sepamos que tu única medida de amarnos es la
de amarnos sin medida.
La esperanza de que tu mensaje continúe a inspirar, todavía hoy,
a tantas personas y pueblos a que solo el bien puede derrotar el mal y la
maldad, sólo el perdón puede derrotar el rencor y la venganza, sólo el abrazo
fraterno puede dispersar la hostilidad y el miedo del otro.
La
esperanza de que tu sacrificio continúa, todavía hoy, a emanar el perfume del
amor divino que acaricia los corazones de tantos jóvenes que continúan
consagrándote sus vidas convirtiéndose en ejemplos vivos de caridad y de
gratuidad en este mundo devorado por la lógica del beneficio y de la ganancia
fácil.
La
esperanza de que tantos misioneros y misioneras continúen hoy a desafiar la
adormecida conciencia de la humanidad arriesgando sus vidas para servirte en
los pobres, en los descartados, en los inmigrantes, en los invisibles, en los
explotados, en los hambrientos en los encarcelados.
La
esperanza de que tu Iglesia santa, y constituida por pecadores, continúe,
incluso hoy, a pesar de todos los intentos de desacreditarla, a ser una luz que
ilumine, anime, alivie y testimonie tu amor ilimitado por la humanidad, un
modelo de altruismo, un arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad.
La
esperanza de que, de tu cruz, fruto de la codicia y de la cobardía de tantos
doctores de la Ley y de los hipócritas, surja la Resurrección transformando las
tinieblas de la tumba en el resplandor del alba del Domingo sin atardecer,
enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza.
Señor
Jesús, ¡danos siempre la gracia de la santa esperanza!
Ayúdanos,
Hijo del Hombre, a despojarnos de la arrogancia del ladrón puesto a tu izquierda,
y de los miopes y de los corruptos que han visto en ti una oportunidad de
explotar, un condenado al que criticar, un derrotado del que burlarse, otra
ocasión para atribuir a los demás, e incluso a Dios, las propias culpas.
Te
pedimos, en cambio, Hijo de Dios, que nos identifiquemos con el buen ladrón que
te miró con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que
con ojos de fe vio en tu aparente derrota la victoria divina, y así,
arrodillados delante de tu misericordia, y con honestidad, ganó el paraíso.
Amén.
Contemplación:
Cuanta verdad encierran sus Palabras Santo Padre.
la humanidad continua como pilatos
sin entender ni importarles la Verdad
en aquel entonces, ésta no tenia valor esa
" Verdad; que Tú Señor, nos enseñas y muestras con ejemplos de vida señalados en el Evangelio: "nos dices solo la Verdad, los hara libres."
Continuamos viviendo encarcelados con la misma hipocrecia del pecado, maldad y violencia con perdida de valores, sin tomar conciencia cuanto daño te provocamos aTi Señor; a nosotros mismos a la sociedad y al mundo
Si el mundo no reacciona a tiempo;
muchos seremos los que delante de Tú justicia Divina seremos condenados.
El Padre envio a su hijo
con el fin de salvarnos y continuamos
crucificandolo,
Rezamos pidiendo que el pequeño
germen creado por los misioneros crezca y continuemos llevando la Palabra de la Verada y Justicia mantiniendo la defiensa de la vida aunque nos cueste la persecución, en la lucha que no es facil se multiplique la valentia de hacer frenten a los agoreros de la muerte y la destrucción
Para vivir en paz y bien, con fe y esperanza.
sin miedo poder logra el cambio del rumbo salvando almas y concreción de un mundo mejor.
Luchando pasivamente con verdad y amor, contra los regimenes autoritarios de mentira y corrupción que nos contaminan, al igual que los fanaticos
y violentos que matan inocentes por defender su fe.
Señor, cuanto necesitamos de Tu presencia y tu luz.
Esperamos tu venida
que así sea
Perla
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