jueves, 9 de abril de 2020

JUEVES SANTO: SANTA MISA SANTO PADRE FRANCISCO


Jueves Santo 2020: Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor

Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco durante la Misa de la Cena del Señor. Crédito: Vatican Media

El Papa Francisco durante la Misa de la Cena del Señor. Crédito: Vatican Media
Este Jueves Santo el Papa Francisco celebró la Misa de la Cena del Señor en una Basílica de San Pedro que no estuvo llena como años anteriores, debido a las medidas dictadas para evitar el contagio del coronavirus.
Así, el Papa celebró la Eucaristía con la presencia de algunos laicos y miembros de la curia, centrando su homilía improvisada en el sacerdocio, en la que recordó a los sacerdotes que han muerto cumpliendo su misión en medio de la pandemia del COVID-19.
A continuación la transcripción de la homilía improvisada en italiano por el Papa Francisco:
Eucaristía, servicio, misión. La realidad que hoy vivimos en esta celebración, el Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, y nosotros nos convertimos siempre sagrario del Señor. Llevamos al Señor con nosotros hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su Cuerpo y no bebemos su Sangre no entraremos en el Reino de los Cielos.
Misterio este del Pan y del Vino. El Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros. Servicio. Aquel gesto que es condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, sí, todos. Pero el Señor, en aquel intercambio de palabras que tuvo con Pedro, le hizo comprender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva. Que sea el siervo de Dios, siervo de nosotros.
Esto es difícil de comprender. Si yo no dejo que el Señor sea mi servidor, que el Señor me lave, que me haga crecer, que me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos.
El sacerdocio. Hoy querría estar cercano a los sacerdotes. A todos los sacerdotes. Desde el más recientemente ordenado hasta el Papa. Todos somos sacerdotes. Los obispos, todos. Hemos sido ungidos por el Señor. Ungidos para hacer la Eucaristía, ungidos para servir.
Hoy no hay la Misa Crismal, espero que podamos tenerla antes de Pentecostés. De lo contrario deberemos dejarla para el próximo año. Pero no puedo dejar pasar esta Misa sin recordar a los sacerdotes. Los sacerdotes que ofrecen la vida por el Señor. Sacerdotes que son los servidores.
Estos días han muerto más de 60 aquí en Italia atendiendo a los enfermos en los hospitales, también con los médicos, los enfermeros, las enfermeras. Son los santos de la puerta de al lado. Sacerdotes que sirviendo han dado la vida.
Y pienso en aquellos que están lejos. Hoy he recibido una carta de un sacerdote capellán de una cárcel lejana. Narra cómo vive esta Semana Santa con los detenidos. Un franciscano. Sacerdotes que van lejos para llevar el Evangelio y mueren allí.
Decía un obispo que lo primero que hacía cuando llegaba a estos lugares de misión era ir al cementerio, a las tumbas de los sacerdotes que han dejado la vida allí, jóvenes, por la peste del lugar. No estaban preparados, no tenían los anticuerpos para ello. Nadie sabe el nombre. Sacerdotes anónimos. Párrocos rurales que aquí son párrocos de cuatro, cinco…siete pueblos en la montaña, y van de uno a otro. Que conocen a la gente.
Una vez uno me decía que conocía el nombre de toda la gente del pueblo. ‘¿De verdad?’, le decía yo. ‘Incluso los nombres de los perros’. Conocía a todos. La cercanía sacerdotal. ¡Bravo! ¡Bravos sacerdotes!
Hoy llevo en mi corazón, y lo llevó ante el altar, a los sacerdotes calumniados. Muchas veces…, sucede hoy, no pueden ir por la calle porque les insultan con referencias al drama que hemos vivido con el descubrimiento de sacerdotes que han hecho cosas malas. Algunos me decían que no podían salir de casa con el clergyman porque les insultaban. Y ellos continúan. Sacerdotes pecadores que junto a los obispos pecadores y al Papa pecador no se olvidan de pedir perdón y aprenden a perdonar, porque ellos saben que tienen necesidad de pedir perdón y de perdonar. Todos somos pecadores. Sacerdotes que sufren alguna crisis, que no saben qué hacer. Que están en la oscuridad.
Hoy todos vosotros, hermanos sacerdotes, estáis conmigo en el altar. Vosotros consagrados. Sólo os digo una cosa: no seáis testarudos como Pedro. Dejaos lavar los pies. El Señor es vuestro siervo, Él está cerca de vosotros para daros la fuerza para lavar los pies.
Y así con esta conciencia de necesidad de ser lavado se hacen grandes perdonadores. Perdonad. Corazón grande de generosidad en el perdón. Es la medida con la que seremos medidos. Como tú has perdonado, serás perdonado. La misma medida. No tengáis miedo de perdonar.
A veces te vienen las dudas…, mirad a Cristo. Ahí está el perdón de todos. Sed valientes, también en el arriesgar para perdonar, para consolar. Si no podéis dar un perdón sacramental en ese momento, dar el consuelo de un hermano que acompaña y que deja la puerta abierta para que regrese.
Agradezco a Dios por la gracia del sacerdocio. Todos nosotros. Agradezco a Dios por vosotros, sacerdotes. Jesús os quiere bien. Sólo quiere que vosotros os dejéis lavar los pies.
Contemplaciòn:
Amado Señor, hay dolor en tu Iglesia, mueren muchos  hijos tuyos,especialmente aquellos que aceptaron llevar tu Palabra a cada rincón de la tierra.
Fieles servidores, que no les importó dar la vida como Tù
para ayudar a muchas almas partir de este mundo con el perdòn, que necesitamos.
Porque tu diste cada gota de tu preciosa Sangre para el perdòn de nuestros pecados.
A todos los sacerdotes que dejaron su vida al lado del que sufre le rendimos homenaje respeto y oraciòn del corazòn por sus almas.
Señor la tierra hoy está en silencio , ya no hay ruidos característicos que indicaban desorden corridas para llegar rápido y ganarle al tiempo:
fiestas desbordes alcohol, drogas, picadas de autos,
choque muerte,
hoy sufrimos mas que nunca,luchamos para sobrevivir a un enemigo que mata cruelmente un virus que ha provocado pandemia COVID 19; una  enfermedad grave.
No medimos ni vemos, que  se repiten hechos como en el pasado, errores donde  cometimos mucho daño.
provocando heridas a la casa comùn, pero lo mas grave aun es: no reconocer  que esos errores era sinónimo de muerte contra inocentes; no fuimos capaces de proteger la vida humana.
Señor en nuestro cuarto oramos,pidiendo piedad y misericordia somos la mayoría, aunque todavía quedan algunos inconscientes que ponen en peligro a todos.
No mires el mal de ellos mira, la humildad de los que recurrimos en oraciòn pidiendo perdòn al Padre.
Esperando su Misericordia.
Que asì sea 
Perla

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