domingo, 26 de marzo de 2023

CUARESMA; PRIMER DOMINGO -SEGUNDO-TERCER-CUARTO-QUINTO DOMINGO DE CUARESMA



QUINTO DOMINGO DE CUARESMA


  RESURRECCIÓN DE LÁZARO


Lecturas del día:

  • Primera Lectura

    Ezequiel 37:12-14

    12Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.13Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.14Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh.»

  • Salmo Responsorial

    Salmo 130:1-8

    1Canción de las subidas. Desde lo más profundos grito a ti, Yahveh:2¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas!3Si en cuenta tomas las culpas, oh Yahveh, ¿quién, Señor, resistirá?4Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido.5Yo espero en Yahveh, mi alma espera en su palabra;6mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora; mas que los centinelas la aurora,7aguarde Israel a Yahveh. Porque con Yahveh está el amor, junto a él abundancia de rescate;8él rescatará a Israel de todas sus culpas.

  • Segunda Lectura

    Romanos 8:8-11

    8así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.9Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;10mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.11Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.

  • Evangelio

    Juan 11:1-45

    1Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.2María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.3Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»4Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.6Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.7Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»8Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»9Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;10pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»11Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»12Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»13Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.14Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,15y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.»16Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»17Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.18Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,19y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.20Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.21Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.22Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»23Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»24Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»25Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;26y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»27Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»28Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.»29Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él.30Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado.31Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.32Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»33Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó34y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»35Jesús se echó a llorar.36Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»37Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»38Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.39Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»40Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»41Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.42Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»43Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»44Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»45Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
CONTEMPLACIÓN;
Amado Señor, dime como hacer para quitar del alma,espìritu , corazón tanto dolor.
Me hiere ver  cada dìa cómo se te ofende en todos los  rincones sombríos de hoy.
Tu; sabes que no miento, las tinieblas en que vivimos me ahogan.
Tu; nos pediste sean santos como el Padre lo es,no pudimos ni siquiera cumplir
una ley con solo  dies Mandamiento, estos nos ordenarían
 para vivir en paz y ser felices.
No se cuanto me queda de vida,nací en la montaña;  San Juan.
 A tan solo  días: sucedió una calamidad que  hizo temblar y abrirse la tierra, no quedó casa en pie.
Era  un terremoto al igual  que cuánto entregabas tu Espìritu, al Padre, todo tembló  y se rasgó en dos el Templo, como lo habías anunciado .
Nacía tu Iglesia, por ella dieron la vida con muerte cruel, nuestros primeros hermanos.
Mi papi me contó que me salvé por un pedazo de techo que quedó en pie.
Esos serían los tiempos que me esperaban; hoy veo a este mundo  haciéndose
pedazos con banderas de muerte y destrucciòn realizada por los malos .
pagando con dolor los buenos, inocentes, víctimas del odio y la ambición.
Tù mi Señor; nos amaste, lloraste y diste  tu vida por  nuestra salvación, sanando y perdonando.
No fuimos capaces de serte fiel, como los 
Apòstoles  nos ausentamos por miedo, excepto Juan el discípulo amado, la Virgen y Maria Magdalena.
Mi intelecto,  fe y razón esperan verte aquí o allá; lo prometiste y todo lo que anunciaste
está escrito se cumple y se cumplira siempre
                                      El que quiere oir que oiga.
Que así sea
Perla



CUARTO DOMINGO DE CUARESMA








  • SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA, Solemnidad 2023:

    PRIMERA LECTURA DE LA MISA

    El Señor Dios le dará el trono de David, su padre

    Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

    En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmare después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”»

    SALMO RESPONSORIAL

    Salmo responsorial Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 (R.: 37)

    R. Su linaje será perpetuo.
    Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas
    las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has
    afianzado tu fidelidad.» R.
    Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje
    perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.
    É1 me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré
    eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.

    SEGUNDA LECTURA DE LA MISA

    Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza

    Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

    4, 13. 16-18. 22 Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenido por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.

    Aclamación del Evangelio

    Aleluya y versículo antes del evangelio Sal 83, 5

    Dichosos los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre.

    EVANGELIO DE LA MISA

    José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor

    Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

    Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
    El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
    María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
    José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
    -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
    Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
    Palabra del 
    Señor





Lecturas del Domingo 3º de Cuaresma 

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (17,3-7):

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»
Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.»
Respondió el Señor a Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/.
 Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8):

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Palabra de Dios

Evangelio



Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

                                           

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA MARZO  5 DEL 2023

Lecturas del día:

  • Primera Lectura

    Génesis 12:1-4

    1Yahveh dijo a Abram: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré.2De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición.3Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra.»4Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 33:4-5, 18-20, 22

    4Pues recta es la palabra de Yahveh, toda su obra fundada en la verdad;5él ama la justicia y el derecho, del amor de Yahveh está llena la tierra.18Los ojos de Yahveh están sobre quienes le temen, sobre los que esperan en su amor,19para librar su alma de la muerte, y sostener su vida en la penuria.20Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo;22Sea tu amor, Yahveh, sobre nosotros, como está en ti nuestra esperanza.

  • Segunda Lectura

    II Timoteo 1:8-10

    8No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios,9que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús,10y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio

  • Evangelio

    Mateo 17:1-9

    1Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto.2Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.3En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.4Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»5Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»6Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo.7Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.»8Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.9Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»

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PRIMER DOMINGO DE CUARESMA FEBRERO 26 DEL 2023

Lecturas del día:

  • Primera Lectura

    Génesis 2:7-9; 3:1-7

    27Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.8Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.9Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.31La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?»2Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.3Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»4Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis.5Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»6Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.7Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 51:3-6, 12-13, 17

    3Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito,4lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.5Pues mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí;6contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí. Por que aparezca tu justicia cuando hablas y tu victoria cuando juzgas.12Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;13no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.17abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.

  • Segunda Lectura

    Romanos 5:12-19

    12Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron;13- porque, hasta la ley, había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa no habiendo ley;14con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir...15Pero con el don no sucede como con el delito. Si por el delito de uno solo murieron todos ¡cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre todos!16Y no sucede con el don como con las consecuencias del pecado de uno solo; porque la sentencia, partiendo de uno solo, lleva a la condenación, mas la obra de la gracia, partiendo de muchos delitos, se resuelve en justificación.17En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por un solo, por Jesucristo!18Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida.19En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.

    O también:

    Romanos 5:12, 17-19

    12Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron;17En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por un solo, por Jesucristo!18Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida.19En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.

  • Evangelio

    Mateo 4:1-11

    1Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.2Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.3Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»4Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»5Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,6y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus Ángeles te encomendara, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»7Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.»8Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria,9


    y le dice: «Todo esto te daré si postrándose me adoras.»
    10Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»11Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.





ORACIÓN INICIAL


+ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del grano de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (Jn 12, 24). Nos invitas a seguirte cuando dices: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). Sin embargo, nosotros nos aferramos a nuestra vida. No queremos abandonarla, sino guardarla para nosotros mismos. Queremos poseerla, no ofrecerla. Tú te adelantas y nos muestras que sólo entregándola salvamos nuestra vida.

Mediante este ir contigo en el  Vía Crucis quieres guiarnos hacia el proceso del grano de trigo, hacia el camino que conduce a la eternidad. La Cruz
ˆla entrega de nosotros mismosˆ nos pesa mucho. Pero en tu Vía Crucis tú has cargado también con mi cruz, y no lo has hecho en un momento ya pasado, porque tu amor es por mi vida de hoy. La llevas hoy conmigo y por mí y, de una manera admirable, quieres que ahora yo, como entonces Simón de Cirene, lleve contigo tu Cruz y que, acompañándote, me ponga contigo al servicio de la redención del mundo.

Ayúdame para que mi vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de devoción.

Ayúdanos a acompañarte no sólo con nobles pensamientos, sino a recorrer tu camino con el corazón, más aún, con los pasos concretos de nuestra vida cotidiana. Que nos encaminemos con todo nuestro ser por la vía de la cruz y sigamos siempre tus  huellas. Líbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, a los violentos que continúan persiguiéndote en los cristianos mártires de hoy, del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprovechamos con afán todo lo que nos ofrece.

Ayúdanos a desenmascarar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, sólo nos dejan vacíos y frustrados. Que en vez de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos, antes que renunciar a nuestra fe.

Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el perder la vida», la vía del amor, la vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en abundancia 
(Jn 10, 10).



PRIMERA ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26 

Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡que lo crucifiquen!» Pilatos insistió:«pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: «¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.


MEDITACIÓN 

El Juez del mundo, que un día volverá a juzgarnos, está allí, humillado, deshonrado e indefenso delante del juez terreno. Pilatos sabe que este condenado es inocente; busca el modo de liberarlo. Pero su corazón está dividido. Y al final prefiere su posición personal, su propio interés, al derecho. También los hombres que gritan y piden la muerte de Jesús saben quien es. Muchos de ellos, el día de Pentecostés, sentirán «el corazón compungido» (Hch 2, 37),es cuando Pedro les dirá: «Jesús Nazareno, que Dios acreditó ante vosotros [...], lo matasteis en una cruz...» (Hch 2, 22 ss).la conciencia es sofocada por el grito de la muchedumbre. La indecisión, la falta de respeto humano dan fuerza al mal.


ORACIÓN 

Señor, has sido condenado a muerte porque el miedo al «qué dirán» ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia. Da fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Mírame como lo hiciste con Pedro después de la negación. Que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida. El día de Pentecostés has conmovido en corazón e infundido el don de la conversión a los que el Viernes Santo gritaron contra ti. De este modo nos has dado esperanza a todos. Danos también a nosotros de nuevo la gracia de la conversión.



SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas
 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.


MEDITACIÓN
 

Jesús, condenado por declararse rey, es escarnecido, pero precisamente en la burla emerge cruelmente la verdad. ¡Cuántas veces los signos de poder ostentados por los poderosos de este mundo son un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre! Cuántas veces sus ceremonias y sus palabras grandilocuentes, en realidad, no son más que mentiras una caricatura de la tarea a la que se deben responder, el de ponerse al servicio del bien. Jesús, precisamente por ser escarnecido y llevar la corona del sufrimiento, es el verdadero rey. Su cetro es la justicia (Sal 44, 7). El precio de la justicia es el sufrimiento en este mundo: él, el verdadero rey, no reina por medio de la violencia, sino a través del amor que sufre por nosotros y con nosotros. Lleva sobre sí la cruz, nuestra cruz, el peso de ser hombres, el peso del mundo. Así es como nos precede y nos muestra cómo encontrar el camino para la vida eterna.


ORACIÓN

Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Ayúdanos a reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu voluntad. Tú has llevado la cruz y nos has invitado a seguirte por ese camino (Mt 10, 38). Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla; para no lamentarnos ni dejar que nuestros corazones se abatan ante las dificultades de la vida. Anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría.



TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6 

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
MEDITACIÓN
El hombre ha caído y cae siempre de nuevo: cuántas veces se convierte en una caricatura de sí mismo y, en vez de ser imagen de Dios, ridiculiza al Creador. ¿No es acaso la imagen por excelencia del hombre la de aquel que, bajando de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de los salteadores que lo despojaron dejándolo medio muerto, sangrando al borde del camino? Jesús que cae bajo la cruz no es sólo un hombre extenuado por la flagelación. El episodio resalta algo más profundo, como dice Pablo en la carta a los Filipenses: «Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2, 6-8). En su caída bajo el peso de la cruz aparece todo el itinerario de Jesús: su humillación voluntaria para liberarnos de nuestro orgullo. Subraya a la vez la naturaleza de nuestro orgullo: la soberbia que nos induce a querer emanciparnos de Dios, a ser sólo nosotros mismos, sin necesidad del amor eterno y aspirando a ser los únicos artífices de nuestra vida. En esta rebelión contra la verdad, en este intento de hacernos dioses, nuestros propios creadores y jueces, nos hundimos y terminamos por autodestruirnos. La humillación de Jesús es la superación de nuestra soberbia: con su humillación nos ensalza. Dejemos que nos ensalce. Despojémonos de nuestra autosuficiencia, de nuestro engañoso afán de autonomía y aprendamos de él, del que se ha humillado, a encontrar nuestra verdadera grandeza, humillándonos y dirigiéndonos hacia Dios y los hermanos oprimidos.
ORACIÓN
Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu caída no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensar que podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y vendida, una reserva de material para nuestros experimentos, con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte, mientras que, en realidad, no hacemos más que mancillar cada vez más profundamente la dignidad humana. Señor, ayúdanos porque hemos caído. Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo. 



CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51 

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón.


MEDITACIÓN

En el Vía crucis de Jesús está también María, su Madre. Durante su vida pública debía retirarse para dejar que naciera la nueva familia de Jesús, la familia de sus discípulos. También hubo de oír estas palabras: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?... El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre» (Mt 12, 48-50). Y esto muestra que ella es la Madre de Jesús no solamente en el cuerpo, sino también en el corazón. Porque incluso antes de haberlo concebido en el vientre, con su obediencia lo había concebido en el corazón. Se le había dicho: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo... Será grande..., el Señor Dios le dará el trono de David su padre» (Lc 1, 31 ss). Pero poco más tarde el viejo Simeón le diría también: «y a ti, una espada te traspasará el alma» (Lc 2, 35). Esto le haría recordar palabras de los profetas como éstas: «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría boca; como un cordero llevado al matadero» (Is 53, 7). Ahora se hace realidad. En su corazón habrá guardado siempre la palabra que el ángel le había dicho cuando todo comenzó: «No temas, María» (Lc 1, 30). Los discípulos han huido, ella no. Está allí, con el valor de la madre, con la fidelidad de la madre, con la bondad de la madre, y con su fe, que resiste en la oscuridad: «Bendita tú que has creído» (Lc 1, 45). «Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Sí, ahora ya lo sabe: encontrará fe. Éste es su gran consuelo en aquellos momentos.


ORACIÓN
Santa María, Madre del Señor, has permanecido fiel cuando los discípulos huyeron. Al igual que creíste cuando el ángel te anunció lo que parecía increíble ˆque serías la madre del Altísimoˆ también has creído en el momento de su mayor humillación. Por eso, en la hora de la cruz, en la hora de la noche más oscura del mundo, te han convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia. Te rogamos que nos enseñes a creer y nos ayudes para que la fe nos impulse a servir y dar muestras de un amor que socorre y sabe compartir el sufrimiento.



QUINTA ESTACIÓN
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz



V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24 

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».


MEDITACIÓN
Simón de Cirene, de camino hacia casa volviendo del trabajo, se encuentra casualmente con aquella triste comitiva de condenados, un espectáculo quizás habitual para él. Los soldados usan su derecho de coacción y cargan al robusto campesino con la cruz. ¡Qué enojo debe haber sentido al verse improvisamente implicado en el destino de aquellos condenados! Hace lo que debe hacer, ciertamente con mucha repugnancia. El evangelista Marcos menciona también a sus hijos, seguramente conocidos como cristianos, como miembros de aquella comunidad (Mc 15, 21). Del encuentro involuntario ha brotado la fe. Acompañando a Jesús y compartiendo el peso de la cruz, el Cireneo comprendió que era una gracia poder caminar junto a este Crucificado y socorrerlo. El misterio de Jesús sufriente y mudo le llegado al corazón. Jesús, cuyo amor divino es lo único que podía y puede redimir a toda la humanidad, quiere que compartamos su cruz para completar lo que aún falta a sus padecimientos (Col 1, 24). Cada vez que nos acercamos con bondad a quien sufre, a quien es perseguido o está indefenso, compartiendo su sufrimiento, ayudamos a llevar la misma cruz de Jesús. Y así alcanzamos la salvación y podemos contribuir a la salvación del mundo.


ORACIÓN

Señor, a Simón de Cirene le has abierto los ojos y el corazón, dándole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con nuestros proyectos y nuestras simpatías. Danos la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar que así caminamos contigo. Danos la gracia de reconocer con gozo que, precisamente compartiendo tu sufrimiento y los sufrimientos de este mundo, nos hacemos servidores de la salvación, y que así podemos ayudar a construir tu cuerpo, la Iglesia. 



SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 2-3 

No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado.

Del libro de los Salmos 26, 8-9 
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.


MEDITACIÓN 

«Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro » (Sal 26, 8-9). Verónica ˆBerenice, según la tradición griegaˆ encarna este anhelo que acomuna a todos los hombres píos del Antiguo Testamento, el anhelo de todos los creyentes de ver el rostro de Dios. Ella, en principio, en el Vía crucis de Jesús no hace más que prestar un servicio de bondad femenina: ofrece un paño a Jesús. No se deja contagiar ni por la brutalidad de los soldados, ni inmovilizar por el miedo de los discípulos. Es la imagen de la mujer buena que, en la turbación y en la oscuridad del corazón, mantiene el brío de la bondad, sin permitir que su corazón se oscurezca. «Bienaventurados los limpios de corazón ˆhabía dicho el Señor en el Sermón de la montañaˆ, porque verán a Dios» (Mt 5, 8). Inicialmente, Verónica ve solamente un rostro maltratado y marcado por el dolor. Pero el acto de amor imprime en su corazón la verdadera imagen de Jesús: en el rostro humano, lleno de sangre y heridas, ella ve el rostro de Dios y de su bondad, que nos acompaña también en el dolor más profundo. Únicamente podemos ver a Jesús con el corazón. Solamente el amor nos deja ver y nos hace puros. Sólo el amor nos permite reconocer a Dios, que es el amor mismo.


ORACIÓN

Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo. Cuando no seamos capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una bondad humilde. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen. 



SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 1-2.9.16

Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza.


MEDITACIÓN 

La tradición de las tres caídas de Jesús y del peso de la cruz hace pensar en la caída de Adán ˆen nuestra condición de seres caídosˆ y en el misterio de la participación de Jesús en nuestra caída. Ésta adquiere en la historia for-mas siempre nuevas. En su primera carta, san Juan habla de tres obstáculos para el hombre: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Interpreta de este modo, desde la perspectiva de los vicios de su tiempo, con todos sus excesos y perversiones, la caída del hombre y de la humanidad. Pero podemos pensar también en cómo la cristiandad, en la historia reciente, como cansándose de tener fe, ha abandonado al Señor: las grandes ideologías y la superficialidad del hombre que ya no cree en nada y se deja llevar simplemente por la corriente, han creado un nuevo paganismo, un paganismo peor que, queriendo olvidar definitivamente a Dios, ha terminado por desentenderse del hombre. El hombre, pues, está sumido en la tierra. El Señor lleva este peso y cae y cae, para poder venir a nuestro encuentro; él nos mira para que despierte nuestro corazón; cae para levantarnos.


ORACIÓN

Señor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continúas llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos tú, porque solos no podemos reincorporarnos. Líbranos del poder de la concupiscencia. En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver. Destruye el poder de las ideologías, para que los hombres puedan reconocer que están entretejidas de mentiras. No permitas que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo. Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de los demás, a socorrerlos. Levántanos para poder levantar a los demás. Danos esperanza en medio de toda esta oscuridad, para que seamos portadores de esperanza para el mundo.



OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén 


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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 28-31 

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: «dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplomaos sobre nosotros»; y a las colinas: «Sepultadnos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?


MEDITACIÓN 

Oír a Jesús cuando exhorta a las mujeres de Jerusalén que lo siguen y lloran por él, nos hace reflexionar. ¿Cómo entenderlo? ¿Se tratará quizás de una advertencia ante una piedad puramente sentimental, que no llega a ser conversión y fe vivida? De nada sirve compadecer con palabras y sentimientos los sufrimientos de este mundo, si nuestra vida continúa como siempre. Por esto el Señor nos advierte del riesgo que corremos nosotros mismos. Nos muestra la gravedad del pecado y la seriedad del juicio. No obstante todas nuestras palabras de preocupación por el mal y los sufrimientos de los inocentes, ¿no estamos tal vez demasiado inclinados a dar escasa importancia al misterio del mal? En la imagen de Dios y de Jesús al final de los tiempos, ¿no vemos quizás únicamente el aspecto dulce y amoroso, mientras descuidamos tranquilamente el aspecto del juicio? ¿Cómo podrá Dios ˆpensamosˆ hacer de nuestra debilidad un drama? ¡Somos solamente hombres! Pero ante los sufrimientos del Hijo vemos toda la gravedad del pecado y cómo debe ser expiado del todo para poder superarlo. No se puede seguir quitando importancia al mal contemplando la imagen del Señor que sufre. También él nos dice: «No lloréis por mí; llorad más bien por vosotros... porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»


ORACIÓN

Señor, a las mujeres que lloran les has hablado de penitencia, del día del Juicio cuando nos encontremos en tu presencia, en presencia del Juez del mundo. Nos llamas a superar un concepción del mal como algo banal, con la cual nos tranquilizamos para poder continuar nuestra vida de siempre. Nos muestras la gravedad de nuestra responsabilidad, el peligro de encontrarnos culpables y estériles en el Juicio. Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte sólo palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna (cf. Jn 15, 1-10).



NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez 
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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 27-32 

Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Que se sienta solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza; que tienda la mejilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque el Señor no desecha para siempre a los humanos: si llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor.


MEDITACIÓN 

¿Qué puede decirnos la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz? Quizás nos hace pensar en la caída de los hombres, en que muchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sin Dios. Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison ˆ Señor, sálvanos (cf Mt 8,25).


ORACIÓN

Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos.



DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 33 -36 

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo.


MEDITACIÓN 

Jesús es despojado de sus vestiduras. El vestido confiere al hombre una posición social; indica su lugar en la sociedad, le hace ser alguien. Ser desnudado en público significa que Jesús no es nadie, no es más que un marginado, despreciado por todos. El momento de despojarlo nos recuerda también la expulsión del paraíso: ha desaparecido en el hombre el esplendor de Dios y ahora se encuentra en mundo desnudo y al descubierto, y se avergüenza. Jesús asume una vez más la situación del hombre caído. Jesús despojado nos recuerda que todos nosotros hemos perdido la «primera vestidura» y, por tanto, el esplendor de Dios. Al pie de la cruz los soldados echan a suerte sus míseras pertenencias, sus vestidos. Los evangelistas lo relatan con palabras tomadas del Salmo 21, 19 y nos indican así lo que Jesús dirá a los discípulos de Emaús: todo se cumplió «según las Escrituras». Nada es pura coincidencia, todo lo que sucede está dicho en la Palabra de Dios, confirmado por su designio divino. El Señor experimenta todas las fases y grados de la perdición de los hombres, y cada uno de ellos, no obstante su amargura, son un paso de la redención: así devuelve él a casa la oveja perdida. Recordemos también que Juan precisa el objeto del sorteo: la túnica de Jesús, «tejida de una pieza de arriba abajo» (Jn 19, 23). Podemos considerarlo una referencia a la vestidura del sumo sacerdote, que era «de una sola pieza», sin costuras (Flavio Josefo, Ant. jud., III, 161). Éste, el Crucificado, es de hecho el verdadero sumo sacerdote.


ORACIÓN

Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a la deshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado de la deshonra de Adán, sanándolo. Te has cargado con los sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están excluidos del mundo. Pero es exactamente así como cumples la palabra de los profetas. Es así como das significado a lo que aparece privado de significado. Es así como nos haces reconocer que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo. Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo encontramos. Danos el traje de la luz de tu gracia. 



UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús clavado en la cruz 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Mateo 7, 37-42 

Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos».


MEDITACIÓN

Jesús es clavado en la cruz. La Sábana Santa de Turín nos permite hacernos una idea de la increíble crueldad de este procedimiento. Jesús no bebió el calmante que le ofrecieron: asume conscientemente todo el dolor de la crucifixión. Su cuerpo está martirizado; se han cumplido las palabras del Salmo: «Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo» (Sal 21, 27). «Como uno ante quien se oculta el rostro, era despreciado... Y con todo eran nuestros sufrimientos los que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba» (Is 53, 3 ss). Detengámonos ante esta imagen de dolor, ante el Hijo de Dios sufriente. Mirémosle en los momentos de satisfacción y gozo, para aprender a respetar sus límites y a ver la superficialidad de todos los bienes puramente materiales. Mirémosle en los momentos de adversidad y angustia, para reconocer que precisamente así estamos cerca de Dios. Tratemos de descubir su rostro en aquellos que tendemos a despreciar. Ante el Señor condenado, que no quiere usar su poder para descender de la cruz, sino que más bien soportó el sufrimiento de la cruz hasta el final, podemos hacer aún otra reflexión. Ignacio de Antioquia, encadenado por su fe en el Señor, elogió a los cristianos de Esmirna por su fe inamovible: dice que estaban, por así decir, clavados con la carne y la sangre a la cruz del Señor Jesucristo (1,1). Dejémonos clavar a él, no cediendo a ninguna tentación de apartarnos, ni a las burlas que nos inducen a darle la espalda.


ORACIÓN

Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, aceptando la terrible crueldad de este dolor, la destrucción de tu cuerpo y de tu dignidad. Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni compromisos. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A unirnos estrechamente a ti. A desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti. Ayúdanos a aceptar tu libertad «comprometida» y a encontrar en la estrecha unión contigo la verdadera libertad. 



DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz 


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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19, 19-20 

Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Del Evangelio según San Mateo 27, 45-50. 54

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de ellos fue corriendo; enseguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo». Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios».


MEDITACIÓN

Sobre la cruz ˆen las dos lenguas del mundo de entonces, el griego y el latín, y en la lengua del pueblo elegido, el hebreoˆ está escrito quien es Jesús: el Rey de los judíos, el Hijo prometido de David. Pilato, el juez injusto, ha sido profeta a su pesar. Ante la opinión pública mundial se proclama la realeza de Jesús. Él mismo había declinado el título de Mesías porque habría dado a entender una idea errónea, humana, de poder y salvación. Pero ahora el título puede aparecer escrito públicamente encima del Crucificado. Efectivamente, él es verdaderamente el rey del mundo. Ahora ha sido realmente «ensalzado». En su descendimiento, ascendió. Ahora ha cumplido radicalmente el mandamiento del amor, ha cumplido el ofrecimiento de sí mismo y, de este modo, manifiesta al verdadero Dios, al Dios que es amor. Ahora sabemos que es Dios. Sabemos cómo es la verdadera realeza. Jesús recita el Salmo 21, que comienza con estas palabras: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Sal 21, 2). Asume en sí a todo el Israel sufriente, a toda la humanidad que padece, el drama de la oscuridad de Dios, manifestando de este modo a Dios justamente donde parece estar definitivamente vencido y ausente. La cruz de Jesús es un acontecimiento cósmico. El mundo se oscurece cuando el Hijo de Dios padece la muerte. La tierra tiembla. Y junto a la cruz nace la Iglesia en el ámbito de los paganos. El centurión romano reconoce y entiende que Jesús es el Hijo de Dios. Desde la cruz, él triunfa siempre de nuevo.


ORACIÓN

Señor Jesucristo, en la hora de tu muerte se oscureció el sol. Constantemente estás siendo clavado en la cruz. En este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran sufrimiento, y por la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu rostro, aparece difuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has hecho reconocer. Porque eres el que sufre y el que ama, eres el que ha sido ensalzado. Precisamente desde allí has triunfado. En esta hora de oscuridad y turbación, ayúdanos a reconocer tu rostro. A creer en ti y a seguirte en el momento de la necesidad y de las tinieblas. Muéstrate de nuevo al mundo en esta hora. Haz que se manifieste tu salvación. 



DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 54-55

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle.


MEDITACIÓN

Jesús está muerto, de su corazón traspasado por la lanza del soldado romano mana sangre y agua: misteriosa imagen del caudal de los sacramentos, del Bautismo y de la Eucaristía, de los cuales, por la fuerza del corazón traspasado del Señor, renace siempre la Iglesia. A él no le quiebran las piernas como a los otros dos crucificados; así se manifiesta como el verdadero cordero pascual, al cual no se le debe quebrantar ningún hueso (cf Ex 12, 46). Y ahora que ha soportado todo, se ve que, a pesar de toda la turbación del corazón, a pesar del poder del odio y de la ruindad, él no está solo. Están los fieles. Al pie de la cruz estaba María, su Madre, la hermana de su Madre, María, María Magdalena y el discípulo que él amaba. Llega también un hombre rico, José de Arimatea: el rico logra pasar por el ojo de la aguja, porque Dios le da la gracia. Entierra a Jesús en su tumba aún sin estrenar, en un jardín: donde Jesús es enterrado, el cementerio se transforma en un vergel, el jardín del que había sido expulsado Adán cuando se alejó de la plenitud de la vida, de su Creador. El sepulcro en el jardín manifiesta que el dominio de la muerte está a punto de terminar. Y llega también un miembro del Sanedrín, Nicodemo, al que Jesús había anunciado el misterio del rena-cer por el agua y el Espíritu. También en el sanedrín, que había decidido su muerte, hay alguien que cree, que conoce y reconoce a Jesús después de su muerte. En la hora del gran luto, de la gran oscuridad y de la desesperación, surge misteriosamente la luz de la esperanza. El Dios escondido permanece siempre como Dios vivo y cercano. También en la noche de la muerte, el Señor muerto sigue siendo nuestro Señor y Salvador. La Iglesia de Jesucristo, su nueva familia, comienza a formarse.


ORACIÓN

Señor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte. Pero tu cuerpo es recibido por manos piadosas y envuelto en una sábana limpia (Mt 27, 59). La fe no ha muerto del todo, el sol no se ha puesto totalmente. Cuántas veces parece que estés durmiendo. Qué fácil es que nosotros, los hombres, nos alejemos y nos digamos a nosotros mismos: Dios ha muerto. Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que resista en el extravío y un amor que te acoja en el momento de tu necesidad más extrema, como tu Madre, que te arropa de nuevo en su seno. Ayúdanos, ayuda a los pobres y a los ricos, a los sencillos y a los sabios, para poder ver por encima de los miedos y prejuicios, y te ofrezcamos nuestros talentos, nuestro corazón, nuestro tiempo, preparando así el jardín en el cual puede tener lugar la resurrección. 



DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro 

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V /. Te adoramos o Cristo y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61 

José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.


MEDITACIÓN 

Jesús, deshonrado y ultrajado, es puesto en un sepulcro nuevo con todos los honores. Nicodemo lleva una mezcla de mirra y áloe de cien libras para difundir un fragante perfume. Ahora, en la entrega del Hijo, como ocurriera en la unción de Betania, se manifiesta una desmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la «sobreabundancia» de su amor. Dios se ofrece generosamente a sí mismo. Si la medida de Dios es la sobreabundancia, también para nosotros nada debe ser demasiado para Dios. Es lo que Jesús nos ha enseñado en el Sermón de la montaña (Mt 5, 20). Pero es necesario recordar también lo que san Pablo dice de Dios, el cual «por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento. Pues nosotros somos [...] el buen olor de Cristo» (2 Co 2, 14-15). En la descomposición de las ideologías, nuestra fe debería ser una vez más el perfume que conduce a las sendas de la vida. En el momento de su sepultura, comienza a realizarse la palabra de Jesús: « Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús es el grano de trigo que muere. Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplicación del pan que dura hasta el fin de los tiempos: él es el pan de vida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital: el Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la cruz y la resurrección. Sobre el sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la Eucaristía.


ORACIÓN

Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Te das a ti mismo a través de la muerte del grano de trigo, para que también nosotros tengamos el valor de perder nuestra vida para encontrarla; a fin de que también nosotros confiemos en la promesa del grano de trigo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo. Auxílianos para que seamos tu perfume y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo. Como el grano de trigo crece de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú podías permanecer en el sepulcro: el sepulcro está vacío porque el Padre no te «entregó a la muerte, ni tu carne conoció la corrupción» (Hch 2, 31; Sal 15, 10). No, tú no has conocido la corrupción. Has resucitado y has abierto el corazón de Dios a la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de tu resurrección. 
DÉCIMA QUINTA ESTACION:

JESUCRISTO RESUCITA VICTORIOSO

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v/  Te alabamos, oh cristo, y te bendecimos
r/  porque por tu Santa Cruz, Pasión y
      Muerte redimiste al mundo

v/  Alabada sea la Pasión y muerte de
      nuestro Señor Jesucristo
r/  y los dolores de su Santísima Madre


LECTURA BÍBLICA: Lc 24, 1-6
24
1El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro. Entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Asustadas, inclinaron el rostro a tierra, pero les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?» No está aquí, ha resucitado.
V/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos, Señor
COMENTARIO A LA LECTURA BÍBLICA
Jesús, nuestro Señor y amigo fiel, ha resucitado. Este acontecimiento fue un hecho grandioso y desde entonces hasta nuestra fecha no ha habido otro hecho majestuoso que le supere. Esta fue la buena noticia que recorrió el mundo en aquel entonces y que aún sigue divulgándose por doquier: Cristo ha resucitado. Cristo ha vencido a la muerte.
Pues bien, la promesa que alienta a los cristianos es que el mismo Espíritu que levantó a Cristo de entre los muertos nos levante también a nosotros. Por eso es que afirmamos sin vacilar que si hemos muerto con Cristo seremos igualmente resucitados en él y con él. Esta es la esperanza que nos envuelve y que no nos debe de entristecer al contemplar la proximidad de la muerte en nuestras vidas. Realmente si hemos creído en Cristo y en aquel que le envió hasta nosotros, no moriremos sino que más bien tendremos vida y vida en abundancia.
BREVE SILENCIO
OREMOS
Te rogamos, Señor, que así como fuiste levantado de entre los muertos nos levantes también a nosotros el día de nuestra sepultura. Regálanos la confianza de saber que en el día postrero estaremos contigo, y junto a nuestros seres queridos que nos han precedido, compartiendo tu gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Rezo del Padre Nuestro
Rezo del Ave María
Rezo del Gloria

V/ Pequé, Señor, pequé
R/ Ten piedad y misericordia de mí


 

Dijo San Juan Pablo ll
¡Miren  a Jesús! ¡Miren la Cruz!
Él es en persona lo que la palabra amor significa.
Él mismo quiere y debe ser también la medida
del amor de ustedes.
Por eso, su nuevo y mayor mandamiento es:
“Ámense los unos a los otros como yo lo he amado.
En esto conocerán que son mis discípulos: en el
Amor que se tengan los unos a los otros” (Jn13,34-35)…
Dijo  la Beata Madre Teresa
Cuando meditamos la pasión de nuestro Señor,
debemos examinar nuestras conciencias para ver
cuales son los pecados que mas le duelen a Jesús
Así podremos repararlos y compartirlos redoblando
Nuestra penitencia.
Guardaremos una estricta custodia de nuestros ojos.
Tendremos pensamientos limpios en nuestras mentes.
Observaremos un gran silencio en nuestros corazones.
En ese silencio escucharemos sus palabras de consuelo y,
al mismo tiempo, nos sentiremos capaces de consolar
a Jesús escondido en los pobres…

Apocalipsis 5

El Cordero vino y tomó el libro de las manos derecha
Del que estaba de aquel que estaba sentado en el trono.
Cuando tomo el libro los cuatro Seres Vivientes y los
Veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero.
Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de perfume
que son las oraciones de los Santos y cantaban un canto nuevo
diciendo:
“Tu eres digno de tomar el libro
Y de romper los sellos,
Porque has sido inmolado
Y por medio de tu Sangre,
has rescatado para Dios
a hombres de todas las familias
lenguas, pueblos y naciones.
Tu has hecho de ellos
un Reino sacerdotal
para nuestro Dios
y ellos reinaron la tierra.
Y después oí la voz de una multitud
De Ángeles que estaban alrededor del trono
De los seres vivientes y de los Ancianos.
Su número se contaba por miles y millones
Y exclamaban con voz potente.
” El Cordero que ha sido digno
de recibir el poder y la riqueza
la sabiduría, la fuerza y el honor
la gloria y la alabanza”
También oí que todas las criaturas que están
En el cielo, sobre la tierra, debajo de ella
y el mar, y todo lo que hay en ellos
decían:
“Al que está sentado sobre el trono
Y al Cordero,
alabanza, honor, gloria y poder
por los siglos de los siglos”
Los cuatro seres Vivientes decían
“¡Amén”. Y los ancianos se postraron en actitud
 de adoración.
Palabra de Dios

Contemplación:
El que quiere oír que oiga
Creo en todo lo escrito en este libro; porque es verdad
Creo como  el aire que respiro en Dios y su Justicia:
Porque  el que tiene sed de justicia y llora,
 Como dice el Evangelio:
Será saciado y se secaran sus lágrimas.
Pobre de todos los que callan, ante la blasfemia.
el odio la violencia la muerte de inocentes.
Pobres los obsecuentes que hacen oídos sordos a la verdad.
sin importarles el dolor de su prójimo.
Con corazón contrito, oración y penitencia;
esperamos la respuesta de Dios y su misericordia.

Perla

° Carta a los Corintios C 1 V.1-9
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes,
por la gracia que él les ha concedido en Cristo Jesús.
En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda
clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento,
en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes.
Por eso mientras esperan la Revelación de nuestro Señor
Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia.
El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean
Irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo
“Porque Dios es fiel, y Èl los llamó a vivir en comunión con
Su Hijo Jesucristo nuestro Señor.”
       Palabra de Dios…
Contemplación:
Señor mira a esta hija, tengo sed de Ti, necesito ser humilde como tu Sagrado Corazón.
Dame fortaleza para cargar mi cruz y abrazarme a ella con el mismo
amor conque Tú cargaste la tuya, por mis miserias y pecados.
Comprendí, que sin tu presencia todo es vacío, soledad e incertidumbre.
Ante el dolor y la prueba es cuando más cerca has estado de mí, muchas veces mi alma siente la necesidad de decir como Pablo;  ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí.
Mi espíritu y discernimiento sienten  brillar el Sol, en el cenit anunciando  al corazón enamorado, la gracia del Padre.
Gracia presente que será  la primavera de colores y perfumes  en el alborear de los tiempos.
Que así sea
Perla


Los siete Dolores de la Virgen María 
(aci prensa)





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Primer Dolor:
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Segundo Dolor: 
La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Tercer Dolor:
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Cuarto Dolor: 
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Quinto Dolor:
La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Sexto Dolor:
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Séptimo Dolor:
El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… 
Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Virgen Dolorosa

Oremos:
Amada Madre, cuántos fueron tus padecimientos acompañando
a tu Hijo desde el misterio de la encarnación, hasta el martirio y muerte.
Llevabas en tu corazón los gozos y las tristezas; eras Madre de aquel que venía
a darse todo: calvario y muerte de Cruz por la salvación de los hombres y sus pecados.
El nos Redimió y nos hizo hijos de Dios
La Madre del Salvador, siempre firme a su lado y por herencia recibida esta, con nosotros.
Madre Dolorosa, gestaste a Jesús y lo educaste; fuiste la mujer más valiente entre todas las mujeres, la única Virgen y Santa;
quien permaneció a su lado hasta que Él expirara, luego el duelo y dolor la soledad el vacío, pero continuaste esperando, junto a los Apóstoles, al Espíritu Santo porque tu misión seria, ser
 Madre de la Iglesia, desde entonces cuántos te han ofendido: aquellos que no te recibieron, ni respetaron como la Madre de Dios.
Lo que más duele a tus hijos herederos que te aman, es la ingratitud de esta humanidad,
que continúa lastimando tu Corazón  Inmaculado con la soberbia y aberrantes pecados, el mayor de ellos es el haber sacado a Dios de nuestras vidas y muchas naciones, contaminando la familia, la sociedad y el mundo.
Las conciencias dormidas de los hombres que legislan, sacando leyes  que van contra el Padre Creador;
 la burla del Reino, negándolo, son almas tibias a las que tu Hijo aborrece.
Estas conductas sabemos que habrá que pagarlas muy caro, porque van contra el orden establecido que es todo toda existencia que nos rodea, la vida humana, la naturaleza y los valores,
La Palabra nos dice que el Señor Volverá:
en Justicia y Verdad, y que esta vez  vendría por los justos; son todos aquellos hermanos que prefieren morir antes que renunciar a su fe.
Son los que soportan,  dolor y persecución  los que enfrentamos en esta etapa una batalla dispar, cruel y despiadada son soldados del enemigo los que nos enfrentan y están por todos lados haciendo daño día a día.
Madre; Virgen de los Dolores, acompañamos con dolor tus lágrimas, queremos estar en oración contigo; agradeciendo, tu vida de entrega y Amor.
Que así sea
Perla


         MARZO 19 DEL 2023




Madre Reina de la Paz:
y Madre de la Iglesia; estos tiempos de tanto
dolor nos sentimos pequeños, frágiles ante el odio  de los poderosos
que son capaces de destruir y hacer tanto daño.
Satanas, fue a herir tu corazón, a matar tantos hijos inocentes en "Tu Ciudad"
que lleva tu nombre en Ucrania.
Nadie sabe cómo será el final  en estos días de  prueba, que están 
viviendo y padeciendo nuestros hermanos, en guerra
 Recordemos; no debemos olvidar  que allí en los mas profundo de nuestro corazón escrito está  que: somos, para" Cristo y en Cristo";estuvimos, estamos y estaremos con Èl y en Èl.
El Señor nos dio su esencia ;Amor infinito y una Palabra
" Volver".
Madre esta hija desbastada, con mi cuerpo viejo y cansado, lucho por mi sequedad  espiritual provocada por el dolor, impotencia de ver tanto mal: tambien en mi Pais
 Solo con Tu ayuda y piedad estoy rezando de manera continua ; elevando mis oraciones con fe y esperanza; pidiendo paz y orden de valores perdidos
Esperando, creyendo que todo el mal  finalizara
Duele en estos dias presencia de quien provocó mucho dolor, hizo tanto daño; allí, donde tus hijos marianos te invocan y aman tu presencia porque saben que tu estas.
Pedimos perdón por aquellos que no creen, 
Será como decía San Pio de Pietrelcina, a los que no creían en el poder de Dios:
" cuando vean creerán"
Madre;
 Mi alma busca al Padre Eterno, necesito oírlo, busco su respuesta y su misericordia
Su Justicia y su Luz.
En mi lecho de enferma pido fuerzas y se haga en mí;aquello que escribi con todo el corazón en el Espìritu Santo, hace años.
"Oigo Tus Pasos llegar, cuanto has tardado mi amado ..."
Que así sea

Perla