viernes, 29 de junio de 2018

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Solemnidad de san pedro y san pablo:



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oremos:

ORACIÓN A SAN PEDRO

Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria. Amen.

ORACIÓN A SAN PABLO

Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

Contemplación:

Gloriosos apóstoles del Señor Jesús y de  María 
Santísima, los momentos que vivimos los cristianos de hoy, no se diferencian de aquellos que ustedes tuvieron que 
atravesar

son tiempos difíciles donde  los hombres despojados de la fe

se

alejan cada día mas del Padre.

 Estamos tocando fondo, muchos estamos en oración continua para apagar la sed de aquellos hermanos que rechazan a Dios

Porque sabemos que así de  error, tras error, todo finalizara de manera no deseada por el Padre; que continua con su infinita misericordia perdonando.

 Necesitamos de la gloria de sus vidas para ser imitadas de vuestra intercesión para ser verdaderos y fieles misioneros de la Buenas Nueva.


AMÉN.


PERLA 





 Papa Francisco en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo



El Papa pronuncia su homilía. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

HOMILÍA:

Durante la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, este viernes 29 de junio, el Papa Francisco animó a los cristianos a hacer como Jesús y acercarse a tocar la miseria humana y advirtió contra la tentación de alejarse de las llagas de Cristo.
“Contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.
A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:
Las lecturas proclamadas nos permiten tomar contacto con la tradición apostólica más rica, esa que «no es una transmisión de cosas muertas o palabras sino el río vivo que se remonta a los orígenes, el río en el que los orígenes están siempre presentes» (Benedicto XVI, Catequesis, 26 abril 2006) y nos ofrecen las llaves del Reino de los cielos (cf. Mt 16,19).
Tradición perenne y siempre nueva que reaviva y refresca la alegría del Evangelio, y nos permite así poder confesar con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2,11).
Todo el Evangelio busca responder a la pregunta que anidaba en el corazón del Pueblo de Israel y que tampoco hoy deja de estar en tantos rostros sedientos de vida: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Pregunta que Jesús retoma y hace a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,15).
Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: «Tú eres el Mesías» (Mt 16,16), es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto (cf. Mc 5,41-42; Lc 7,14-15), unge al enfermo (cf. Mc 6,13; St 5,14), unge las heridas (cf. Lc 10,34), unge al penitente (cf. Mt 6,17), unge la esperanza (cf. Lc 7,38; 7,46; 10,34; Jn 11,2; 12,3).
En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo
 Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción (cf. Is 10,27). No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar «tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).
Y es interesante, luego, prestar atención a la secuencia de este pasaje del Evangelio en que Pedro confiesa la fe: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt 16,21).
El Ungido de Dios lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias. Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el “buen nombre”, las comodidades, la posición… el martirio.
Ante este anuncio tan inesperado, Pedro reacciona: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte» (Mt 16,22), y se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama “Satanás”).
Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos “secreteos” del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo “secreteos” porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención, «se comporta como vano enamorado en querer mantenerse en secreto y no ser descubierto» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, n. 326).
En cambio, participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz: Padre, glorifica a tu Hijo… «Padre, glorifica tu nombre» (Jn 12,28). Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del “adversario”.
No son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con él y a tocar la carne sufriente de los demás. Confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige — como le exigió a Pedro— identificar los “secreteos” del maligno.
Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 270).
Al no separar la gloria de la cruz, Jesús quiere rescatar a sus discípulos, a su Iglesia, de triunfalismos vacíos: vacíos de amor, vacíos de servicio, vacíos de compasión, vacíos de pueblo. La quiere rescatar de una imaginación sin límites que no sabe poner raíces en la vida del Pueblo fiel o, lo que sería peor, cree que el servicio a su Señor le pide desembarazarse de los caminos polvorientos de la historia.
Contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que él mismo se quiso identificar (Cf. S. Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 49), y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo.
Queridos hermanos, sigue latiendo en millones de rostros la pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Confesemos con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor» (Flp 2,11). Este es nuestro cantus firmus que todos los días estamos invitados a entonar.
Con la sencillez, la certeza y la alegría de saber que «la Iglesia resplandece no con luz propia, sino con la de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20)» (S. Ambosio, Hexaemeron, IV, 8,32).

jueves, 21 de junio de 2018

SANTO PADRE FRANCISCO EN SUIZA SANTA MISA



                                                  SANTA MISA
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HOMILÍA:
 En la Misa celebrada en el centro de convenciones Palexpo de Ginebra, con motivo de su visita a la ciudad suiza para asistir al 70º aniversario de la fundación del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el Papa Francisco reflexionó sobre tres palabras del “Padre nuestro”: Padre, pan y perdón.
El Pontífice resaltó la necesidad de rezar el “Padre nuestro” para regresar a las raíces cristianas en un tiempo en que las sociedades parecen haber quedado desarraigadas.
“Cada vez que hacemos la señal de la cruz al comienzo de la jornada y antes de cada actividad importante, cada vez que decimos ‘Padre nuestro’, renovamos las raíces que nos dan origen. Tenemos necesidad de ello en nuestras sociedades a menudo desarraigadas. El ‘Padre nuestro’ fortalece nuestras raíces”, subrayó Francisco.
A continuación, la homilía del Papa Francisco:
Padre, pan, perdón. Tres palabras que nos regala el Evangelio de hoy. Tres palabras que nos llevan al corazón de la fe.
«Padre» —así comienza la oración—. Puede ir seguida de otras palabras, pero no se puede olvidar la primera, porque la palabra “Padre” es la llave de acceso al corazón de Dios; porque solo diciendo Padre rezamos en lenguaje cristiano. Rezamos “en cristiano”: no a un Dios genérico, sino a un Dios que es sobre todo Papá. De hecho, Jesús nos ha pedido que digamos «Padre nuestro que estás en el cielo», en vez de “Dios del cielo que eres Padre”. Antes de nada, antes de ser infinito y eterno, Dios es Padre.
De él procede toda paternidad y maternidad (cf. Ef 3,15). En él está el origen de todo bien y de nuestra propia vida. «Padre nuestro» es por tanto la fórmula de la vida, la que revela nuestra identidad: somos hijos amados. Es la fórmula que resuelve el teorema de la soledad y el problema de la orfandad.
Es la ecuación que nos indica lo que hay que hacer: amar a Dios, nuestro Padre, y a los demás, nuestros hermanos. Es la oración del nosotros, de la Iglesia; una oración sin el yo y sin el mío, toda dirigida al tú de Dios («tu nombre», «tu reino», «tu voluntad») y que se conjuga solo en la primera persona del plural: «Padre nuestro», dos palabras que nos ofrecen señales para la vida espiritual.
Así, cada vez que hacemos la señal de la cruz al comienzo de la jornada y antes de cada actividad importante, cada vez que decimos «Padre nuestro», renovamos las raíces que nos dan origen. Tenemos necesidad de ello en nuestras sociedades a menudo desarraigadas.
El «Padre nuestro» fortalece nuestras raíces. Cuando está el Padre, nadie está excluido; el miedo y la incertidumbre no triunfan. Aflora la memoria del bien, porque en el corazón del Padre no somos personajes virtuales, sino hijos amados. Él no nos une en grupos que comparten los mismos intereses, sino que nos regenera juntos como familia.
No nos cansemos de decir «Padre nuestro»: nos recordará que no existe ningún hijo sin Padre y que, por tanto, ninguno de nosotros está solo en este mundo. Pero nos recordará también que no hay Padre sin hijos: ninguno de nosotros es hijo único, cada uno debe hacerse cargo de los hermanos de la única familia humana.
Diciendo «Padre nuestro» afirmamos que todo ser humano nos pertenece, y frente a tantas maldades que ofenden el rostro del Padre, nosotros sus hijos estamos llamados a actuar como hermanos, como buenos custodios de nuestra familia, y a esforzarnos para que no haya indiferencia hacia el hermano, hacia ningún hermano: ni hacia el niño que todavía no ha nacido ni hacia el anciano que ya no habla, como tampoco hacia el conocido que no logramos perdonar ni hacia el pobre descartado.
Esto es lo que el Padre nos pide, nos manda que nos amemos con corazón de hijos, que son hermanos entre ellos.
Pan. Jesús nos dice que pidamos cada día el pan al Padre. No hace falta pedir más: solo el pan, es decir, lo esencial para vivir. El pan es sobre todo la comida suficiente para hoy, para la salud, para el trabajo diario; la comida que por desgracia falta a tantos hermanos y hermanas nuestros. Por esto digo: ¡Ay de quien especula con el pan! El alimento básico para la vida cotidiana de los pueblos debe ser accesible a todos.
Pedir el pan cotidiano es decir también: “Padre, ayúdame a llevar una vida más sencilla”. La vida se ha vuelto muy complicada. Diría que hoy para muchos está como “drogada”: se corre de la mañana a la tarde, entre miles de llamadas y mensajes, incapaces de detenernos ante los rostros, inmersos en una complejidad que nos hace frágiles y en una velocidad que fomenta la ansiedad. Se requiere una elección de vida sobria, libre de lastres superfluos.
Una elección contracorriente, como hizo en su tiempo san Luis Gonzaga, que hoy recordamos. La elección de renunciar a tantas cosas que llenan la vida, pero vacían el corazón. Elijamos la sencillez del pan para volver a encontrar la valentía del silencio y de la oración, fermentos de una vida verdaderamente humana. Elijamos a las personas antes que a las cosas, para que surjan relaciones personales, no virtuales. Volvamos a amar la fragancia genuina de lo que nos rodea.

Cuando era pequeño, en casa, si el pan se caía de la mesa, nos enseñaban a recogerlo rápidamente y a besarlo. Valorar lo sencillo que tenemos cada día, protegerlo: no usar y tirar, sino valorar y conservar.
Además, el «Pan de cada día», no lo olvidemos, es Jesús. Sin él no podemos hacer nada (cf. Jn 15,5). Él es el alimento primordial para vivir bien. Sin embargo, a veces lo reducimos a una guarnición. Pero si él no es el alimento de nuestra vida, el centro de nuestros días, el respiro de nuestra cotidianidad, nada vale. Pidiendo el pan suplicamos al Padre y nos decimos cada día: sencillez de vida, cuidado del que está a nuestro alrededor, Jesús sobre todo y antes de nada.
Perdón. Es difícil perdonar, siempre llevamos dentro un poco de amargura, de resentimiento, y cuando alguien que ya habíamos perdonado nos provoca, el rencor vuelve con intereses. Pero el Señor espera nuestro perdón como un regalo. Nos debe hacer pensar que el único comentario original al Padre nuestro, el que hizo Jesús, se concentre sobre una sola frase: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas» (Mt 6,14-15).
El perdón es la cláusula vinculante del Padre nuestro. Dios nos libera el corazón de todo pecado, perdona todo, todo, pero nos pide una cosa: que nosotros, al mismo tiempo, no nos cansemos de perdonar a los demás. Quiere que cada uno otorgue una amnistía general a las culpas ajenas.
Tendríamos que hacer una buena radiografía del corazón, para ver si dentro de nosotros hay barreras, obstáculos para el perdón, piedras que remover. Y entonces decir al Padre: “¿Ves este peñasco?, te lo confío y te ruego por esta persona, por esta situación; aun cuando me resulta difícil perdonar, te pido la fuerza para poder hacerlo”.
El perdón renueva, hace milagros. Pedro experimentó el perdón de Jesús y llegó a ser pastor de su rebaño; Saulo se convirtió en Pablo después de haber sido perdonado por Esteban; cada uno de nosotros renace como una criatura nueva cuando, perdonado por el Padre, ama a sus hermanos. Solo entonces introducimos en el mundo una verdadera novedad, porque no hay mayor novedad que el perdón, que cambia el mal en bien. Lo vemos en la historia cristiana.
Perdonarnos entre nosotros, re descubrirnos hermanos después de siglos de controversias y laceraciones, cuánto bien nos ha hecho y sigue haciéndonos. El Padre es feliz cuando nos amamos y perdonamos de corazón (cf. Mt 18,35). Y entonces nos da su Espíritu. Pidamos esta gracia: no encerrarnos con un corazón endurecido, reclamando siempre a los demás, sino dar el primer paso, en la oración, en el encuentro fraterno, en la caridad concreta. Así seremos más semejantes al Padre, que ama sin esperar nada a cambio. Y él derramará sobre nosotros el Espíritu de la unidad...
Contemplación:
Oh, Padre; nuestra formula de vida  nuestra identidad esta ensamblada en Ti
nada seremos, si no reconocemos que estamos contigo, que necesitamos de tu presencia.
Padre; te imploramos abre la llave de acceso al corazón, para que permanentemente
respondamos con fidelidad a Tu Divinidad, en estos tiempos donde muchos  te han abandonado.
Por todo lo que te ofendemos  te pedimos perdón.
Queremos renovar las raíces cristianas, amarnos los unos a los otros como nos
enseña Jesús.
Permitenos para que  nuestros labios solo sean,oración y alabanza siempre, porque  necesitamos de Tú presencia, de Tú amor eterno e infinito.
Amor que todo lo renueva que nos regala el pan de cada día, y nos da la vida eterna.
Amén
Perla



miércoles, 20 de junio de 2018

DÍA DE LA BANDERA NACIONAL: 20 DE JUNIO

                           BANDERA DE LA PATRIA:
                    AL TODOPODEROSO: IMPLORAMOS
         NO QUEREMOS DERRAMAMIENTO DE SANGRE INOCENTE


Virgen maría madre dolorosa
San José

Rueguen por esta nación
Amén

oremos:
¡ Dios te salve María
Madre Dolorosa
Madre de los hombres!
Virgen esposa ante la Cruz,
Nueva Eva.
Sé nuestra guía
por los caminos del mundo,
enséñanos a vivir,
y a trasmitir el amos de Cristo,
enséñanos a permanecer contigo,
junto a las innumerables cruces
en las que tu Hijo
todavía está crucificado
Amén
San Juan Pablo ll

domingo, 17 de junio de 2018

A MI HERMANO RABINO GRACIAS POR ACOMPAÑARME SIEMPRE ENSEÑANDOME TU RELIGIÓN

 HERMANO RABINO GRACIAS POR TU HUMILDAD Y ,AMOR 
.
POR ESTAR SIEMPRE COMPARTIENDO Y  ENSEÑANDOME TU RELIGÓIN.

SON NUESTROS HERMANOS MAYORES Y HERMANOS : EN CRISTO

 EL MESIAS QUE USTEDES ESPERAN; CON LA GRACIA DE DIOS.

VEREMOS VENIR 

QUE ASI SEA

PERLA

                                        
     JUNIO DÍA 17 DEL 2018 HORA - 0 39 A.M

SOLO HAY MEDIA SANCIÓN DE DIPUTADOS; FALTA TODAVIA MEDIA SANCION DE 

SENADORES

 PARA  SANCIONAR Y DAR  RESPUESTA  DE UNA LEY; 

DE 

HOLOCAUSTO,CONTRA INOCENTES.

SON MUCHOS LOS INTERECES, LA DESLEALTAD Y LA TRAICIÓN.

REZA CONMIGO PORQUE EL PADRE CREADOR, ESCUCHA

GRACIAS





En Argentina se debate en estos momentos la penalización o despenalización del aborto. Al momento de escribir estas lineas no sé cuál va a ser el resultado. Lo que sí sé es que, más allá de lo que establezca la ley, la idea del aborto más “libre” puede tener a corto plazo consecuencias morales que por lo que recuerdo, creo que son incompatibles con los valores tradicionales, morales y religiosos del pueblo argentino. 

 

En otras palabras, lo que más preocupa es "lo que se viene".

 

Me explico: 

Aquí en EEUU el aborto se legalizó en 1973, en un famoso caso llamado “Roe vs. Wade”. En algunos estados todavía se respetan ciertos escrúpulos y son estrictos en lo que se llama “los derechos del todavia-no-nacido”. Pero en el mundo más liberal, cada vez hay más individuos, especialmente “celebrities de Hollywood” que abogan por el aborto libre, sin ninguna necesidad de justificación, y realizable hasta el último momento del embarazo. 

 

En el video de 30 segundos que se ve abajo (por el cual me disculpo profundamente!) se puede ver a una famosa actriz Olivia Wilde, que representa a esta ideología liberal, que desgraciadamente ya NO es considerada extrema... 

 

Olivia dice, y muestra, que está a punto de dar a luz. “En cualquier minuto puede pasar”, dice. Y sugiere entonces que a pesar de la inminencia de su parto (y se sobreentiende que no media ninguna complicación médica, ni para ella ni para su bebe) ella tiene derecho a decidir “cuándo y cómo, dónde y porqué tener un bebe” . En otras palabras, Olivia declara sin pestañear que si ella así lo decidiera, podría terminar su embarazo en ese mismo momento, literalmente, un minuto antes de dar a luz.

 

Y sigue: “Creo que este es un derecho humano básico” Refiriéndose a SU derecho a abortar. Y luego remata su argumento así: “A mi me importan los derechos reproductivos (el derecho incondicional de la madre a abortar hasta último momento) ¿Qué es lo que te importa a ti?” 

 

Yo le contestaría que a mi me importan ¡los derechos del bebé! Y le preguntaría: ¿qué diferencia hay entre tu bebe 1 minuto antes del parto, al que estás dispuesta a matar por capricho (o por votos para tu partido político) y tu bebe 1 minuto después del parto?  Desde hace varios meses atrás, Olivia, el bebe que llevas en tu vientre, es totalmente viable, es una vida independiente, que puede vivir fuera de tu vientre. Tu hijo desde hace muchos meses que ya no es parte de ti: tiene su propio cerebro, puede ser del otro sexo, y tener un tipo de sangre diferente al tuyo, etc.  ¿Donde están los derechos humanos de tu hijo, de ese ser tan frágil y vulnerable que no tiene voz ni voto para defenderse, y que depende de TI, su madre, para que proteja su derecho más básico: Nacer, y no ser asesinado! ¿Quién va a luchar por SUS derechos?

 

Como si esto fuera poco, parece que la actriz no quiere saber que desde la octava semana a partir de la concepción (sic.) su bebe ya es susceptible al dolor! Matarlo antes de nacer es torturarlo. Exponiéndolo a una muerte violentísima, extremadamente dolorosa... ¿Cómo es posible que una madre esté dispuesta a hacer esto a su propio hijo? Y ¿Cómo es posible que las personas de bien escuchen lo que esta mujer dice y lo toleren, y no se horroricen?!

 

Esta nueva insensibilidad por la vida humana, este desarraigo inconcebible, inhumano y monstruoso por el bebe que una madre lleva en sus entrañas, es quizás el mejor (o el peor) ejemplo de cómo parte de la sociedad norteamericana se ha ido corrompiendo a partir de “Roe vs. Wade”. 

 


Espero que en Argentina nunca pase lo mismo. 



Olivia Wilde Cares about Reproductive Rights #VoteYourFuture
En memoria de
Clara Morón y Samuel Bile
ז"ל

jueves, 14 de junio de 2018

CARTA ABIERTA AL SANTO PADRE FRANCISCO


                       al santo padre francisco
                          

Carta:
Querido Santo padre francisco:
Le escribe una hija y compatriota suya en este día de luto para los católicos; soy la señora de Carlos Rajcovich el Juez de Paz al que usted felicito por T.E al recibir  un proyecto de ley  pora la minoridad, es decir por los niños;  lamentablemente falleció pero gracias a Dios se convirtió siendo judío busco a Cristo y se preparó sin saberlo con quien compartiría su Cruz  cuatro años mas tarde en Semana Santa.
Quiso ir a conocerlo y no pudo, cuando estaba operado me pregunto porque debía pasar por esa prueba le respondí, muchas veces  Dios usa nuestros padecimientos  y los transforma. Era entonces  mayo del 2013
Primer respuesta y se lo conté, gracias a tus padecimientos se acaba de frenar lo que sería tal vez la tercer guerra mundial es cuando Estados Unidos iba a enviar flotas de guerra a lugar de conflicto  grave en ese momento con Israel.
Rezábamos el Santo Rosario  diariamente y la oración a su ángel de la guarda.
 A los pocos días usted fue electo Papa, pensábamos algún día ir a visitarlo a Roma.
El estado de salud, por  mala praxis se agravo no podía  ser que no tuviera  dolor no se quejaba los padecía soy enfermera y conozco lo que sucede con los pacientes el en silencio meditando su dolor lo hacia mas valiente, yo iba a misa todos los días a la Catedral el jueves Santo, fui al confesonario  hable y conté al sacerdote lo que estaba ocurriendo, se puso de pie y me abrazo, diciendo que Dios la bendiga y de fortaleza;, sentí que era el Señor que me preparaba para lo que vendría, fui a rezar al Santísimo y llore.
 Carlos amaba a la Virgen  María a la que le pinto un icono se lo hago llegar para que lo vea, Ella es quien lo vino a buscar en procesión el Viernes Santo, yo iba a ir a rezar el Vía Crucis de las tres y no pude mis pies estaban muy hinchados, dije a mi hija iré a las 20, no podía el cansancio  ya era agotador ,sabe ,estuve a su lado sin separarme de él  día y noche.
Fueron muchos meses sin descansar y dormir bien, pedí perdón no podía a esa hora ir tampoco
Pasadas las 20 mi yerno le dijo a mi hija, mira tu mama no fue y la Virgen la vino a buscar.
Era la procesión que pasaba por la puerta donde  había alquilao un departamento para estar cerca del hospital, hasta su recuperación.
 Era  la  Virgen Madre, Macarena que llevaba la comunidad española, les dije voy con ella me puse una capa de lana y salí fuimos hasta la Catedral rezando el Santo Rosario, no era casualidad  después comprendí era  causalidad  Ella vino a decir "yo me encargare", ese era el año 28 en que llevan vestida para el Sábado de Gloria.
Carlos nació un 28  de Octubre, la Virgen estaba acompañando  aunque siempre creí que Ella y Jesús vienen a llevarnos al Reino  es promesa  a sus hijos y se cumplía.
Carlos estaba consagrado a los Sagrado Corazón de Jesús e Inmaculado Corazón de María, se hacía cierto lo que nos enseña la Iglesia.
El sufría como Jesús en silencio, no pidió calmantes, solo nos mirábamos a los ojos para que se comunicaran nuestras almas y estar acompañándonos hasta que el partiera de este mundo.
Martes tercer día de Pascua 18 horas entrego su alma  no olvidare jamás sus ojos como si viera algo extraordinario y a su alrededor una gran luz.
Yo estaba sola  sostenida por la Virgen, ya no sabia de donde sacaba fuerzas, hice los tramites del velatorio, mi hija llego casi a la Mañana.
Santo Padre hoy mi alma esta triste porque la Virgen y Jesús lloran.
En esta Nación de historia  espiritual de esencia católica dada por nuestros proceres, y donde la Madre;
Virgen Santísima continua con sus mensajes en San Nicolas, donde los 25 de septiembre vi hechos extraordinarios, ver danzar al sol como en Fatima,formarce el Sntísimo en el cielo, ver suspendido el manto de la Virgen; con los colores blanco celeste y rosa, Ella dice que la argentina es su gran casa.
Santo Padre hoy se ha votado en el congreso de la Nacion sin respetar nuestra Constitución Nacional que defiende la vida humana, una ley para matar inocentes.
Me dolio ver a los políticos  salier y felicitar por el debate.
 Que Dios los perdone.
Ahora comprendo porque no viene usted a la Argentina, siempre lo supe, había demasiado mal, a usted le duele, lo que nos pasa.
Sé que usted Esta Iluminado Por el Espíritu Santo,y  que   sabe lo que ocurriría y que ocurrirá.
Aquellos jóvenes que le regalaron una bandera argentina con el logo político, fueron los que lo traicionaron, junto al resto de los que llamaron desde hace dias y hoy a
nuestra fe y a Dios corporativismo que frena.
¿pregunto?
El mal que querían;  ahí está, ya lo tienen.
Ahora que nos dejen en paz,y sepan enfrentar las consecuencias de los daños ocacionados con altura.
Lo único que pido es ética y respeto, no sea  que ahora  quieran  demostrar lo contrario.
 Para mover y acomodar el tableros político egoístas  que los beneficie.
Rece Santo Padre; por estas almas que sabían muy bien lo que hacían
Se que hara como el Señor; y por su bondad  pedirá perdón por el daño realizado,
 a Dios.
 Digo a los argentinos el Papa Francisco es de toda la humanidad, no lo molesten, más.no lo hieran mas.
Santo Padre un gran abrazo y le pido perdón por mí y todos mis compatriotas.
Orare siempre por usted.
Perla