sábado, 15 de septiembre de 2018

VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A SICILIA: PALERMO Y PIAZZA

                

Viaje a Sicilia: El Papa pide reflexionar sobre las heridas de la sociedad y de la Iglesia

 Aci prensa

 SANTA MISA

El Papa Francisco durante la Misa celebrada en Palermo. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

HOMILÍA:
El Papa Francisco lanzó en Palermo, Sicilia, un duro alegato contra la mafia y sus crímenes, y advirtió que los cristianos no pueden ser mafiosos.
En la homilía de la Misa que presidió en el Foro Itálico de Palermo, este sábado 15 de septiembre, en la memoria litúrgica del Beato Sacerdote Giuseppe “Pino” Puglisi, asesinado por la mafia siciliana hace 25 años, el Santo Padre dedicó duras palabras a la mafia: “No se puede creer en Dios y ser mafioso”.
“Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfema con la vida el nombre de Dios-amor. Hoy tenemos necesidad de hombres de amor, no de hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir el poder”, subrayó.
El Papa insistió: “Si la letanía mafiosa es: ‘tú no sabes quién soy yo’, la oración cristiana es: ‘Señor, ayúdame a amar’”.
“Por ello, a los mafiosos les digo: ¡Cambiad! Dejad de pensar en vosotros mismos y en vuestro dinero. ¡Convertíos al verdadero Dios de Jesucristo! De otro modo, vuestra vida quedará perdida y será el peor de los fracasos
En su homilía, el Pontífice invocó constantemente la memoria del Beato Padre Pino, de quien destacó el poder de su sonrisa.
Francisco recordó que el Beato Pino dio su vida por los demás, y afirmó que “hoy estamos llamados a elegir de qué parte estamos: o vivir para uno mismo o dar la vida. Solo dando la vida se derrota al mal”.
Francisco puso de ejemplo la vida de Don Pino: “No vivía para hacerse ver, no vivía del apellido ‘anti-mafia’, y menos aún se contentaba con no hacer ningún mal, sino que sembraba el bien”.
Su lógica de vida, “parecía una lógica perdedora, mientras que parecía victoriosa la lógica del monedero. Sin embargo, el Padre Pino tenía razón: la lógica del dios-dinero es perdedora”.
“Hace 25 años, cuando murió aquel día de su cumpleaños, coronó su victoria con la sonrisa, con aquella sonrisa que no deja dormir de noche a su asesino, el cual decía: ‘había una especia de luz en aquella sonrisa’”.
Señaló que “el Padre Pino estaba indefenso, pero su sonrisa transmitía la fuerza de Dios: no era un resplandor cegador, sino una luz gentil que excava dentro e ilumina el corazón. Es la luz del amor, de la entrega, del servicio”.
Como el Padre Pino, hoy “tenemos necesidad de muchos sacerdotes de la sonrisa, de cristianos de la sonrisa, no para que se tomen las cosas a la ligera, sino porque únicamente son ricos en la alegría de Dios, porque creen en el amor y viven para servir. Es dando la vida como se encuentra la alegría, porque hay más alegría en el dar que en el recibir”.
“Don Pino sabía que se arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida no es arriesgarse, es vivir en la comodidad. Dios nos libera de vivir a la baja, contentándonos con medias verdades. Dios nos libera de una vida pequeña. Nos libera de pensar que todo va bien su a mí me va bien. Nos libera de creernos justos si no hacemos nada para contrarrestar la injusticia. Nos libera de creernos buenos sólo porque no hacemos ningún mal”.
Con el ejemplo del Padre Pino como referencia, el Papa reflexionó sobre los conceptos de “victoria” y “derrota” y las contrapuso a otros dos conceptos: “amor” y “egoísmo”. “Según Jesús, quien vive para sí mismo no es que pierda algo, sino que pierde la vida entera; mientras que quien se entrega a los demás encuentra el sentido de la vida y vence”.
“El egoísta piensa en sanar su propia vida y se apega a las cosas, al dinero, al poder, al placer. Entonces, el diablo se encuentra las puertas abiertas. Le hace creer que todo va bien, pero en realidad el corazón se adormece. Este camino siempre termina mal: al final sólo queda el dinero con el vacío interior”.
Además, advirtió del gran espejismo “del dinero y del poder que no liberan al hombre, sino que lo hacen esclavo”. Destacó que “Dios no emplea el poder para resolver nuestros males y los del mundo. Su camino es siempre el del amor humilde: sólo el amor libera por dentro, da paz y alegría”.
Por este motivo, “el verdadero poder, el poder según Dios, es el servicio. Y la voz más fuerte no es la de aquel que grita más, sino la oración. Y el triunfo más grande no es la propia fama, sino el propio testimonio”.

El Papa Francisco en Piazza Armerina. Foto: Vatican Media

El Papa Francisco llegó en la mañana de este sábado 15 de septiembre a la Diócesis de Piazza Armerina, Italia, para comenzar su viaje apostólico a Sicilia y reflexionó, ante una multitud de fieles, sobre las heridas y problemas que afligen a la sociedad y a la Iglesia.
El Santo Padre animó a asumirlas para abrirse a la misericordia de Dios y destacó la labor de la Iglesia en Piazza Armerina “en medio de las diversas problemáticas que limitan la serenidad de este territorio”.
“No son pocas las heridas que os afligen. Esas heridas tienen nombre: subdesarrollo social y cultural, explotación de los trabajadores y falta de una ocupación digna para los jóvenes, migración de núcleos familiares completos, usura, alcoholismo y otras dependencias, juego de azar, ruptura de los lazos familiares”.
Frente a tanto sufrimiento, señaló, “la comunidad eclesial puede presentarse, en ocasiones, confusa y cansada. En otras ocasiones, sin embargo y gracias a Dios, es vivaz y profética mientras busca nuevos modos de anunciar y ofrecer misericordia, sobre todo a los hermanos caídos en la desafección, en la desconfianza, en la crisis de fe”.
El Papa reconoció que “no es fácil llevar adelante la fe frente a tantas dificultades. Yo lo entiendo”.
“Reflexionar sobre las heridas de la sociedad y de la Iglesia no es una acción denigratoria y pesimista –aseguró–. Si queremos dar concreción a nuestra fe, debemos aprender a reconocer en estos sufrimientos humanos las mismas heridas del Señor. Mirarlas, tocarlas, significa para nosotros, cristianos, asumir la historia y la carne de Cristo como lugar de salvación y de liberación”.
En este sentido, exhortó a los presentes “a comprometeros con la nueva evangelización de este territorio centro-siciliano a partir de sus propias cruces y sufrimientos”.
“La perspectiva de una Iglesia sinodal y de la Palabra exige la valentía de la escucha recíproca, pero, sobre todo, la escucha de la Palabra del Señor. No antepongáis nada al centro existencial de la comunión cristiana, que es la Palabra de Dios, sino, hacedla vuestra”.
Afirmó que “Palabra de Dios y comunión sinodal son la mano tendida a cuantos viven entre la esperanza y la decepción, e invocan una Iglesia misericordiosa siempre más fiel al Evangelio y abierta a la acogida de cuantos se sienten derrotados en el cuerpo y en el espíritu, o son relegados a los márgenes”.
Para realizar esta misión, “es necesario regresar siempre al espíritu de la primera comunidad cristiana que, animada por el fuego de Pentecostés, ha testimoniado con valentía al Resucitado”.
“Para ser Iglesia de la caridad misionera –continuó–, es necesario prestar atención al servicio de la caridad que hoy se reclama en circunstancias concretas. Los sacerdotes, los diáconos, los consagrados y los fieles laicos están llamados a sentir compasión evangélica por tantos males de la gente, haciéndose apóstoles itinerantes de misericordia en el territorio”.
“Con sencillez, id por los caminos, por los cruces, las plazas y los lugares de vida laboral y llevad a todos la buena noticia de que es posible una convivencia justa, pacífica y amable, y que la vida no es una maldición oscura que debe soportarse con fatalidad, sino que es confianza en la bondad de Dios y en la caridad de los hermanos”.

“Es necesario favorecer en las parroquias y en las comunidades la caridad evangélica, la solidaridad y la preocupación fraterna, evitando la tentación mundana de la vida tranquila. Os animo a continuar en vuestro servicio eclesial que se expresa en obras concretas: centros de escucha de Cáritas, refugios para los hermanos más desafortunados, estructuras para acoger a Jesús prófugo y perdido, y casas de amor para los ancianos que con frecuencia están solos y desalentados”.
Asimismo, destacó “que la caridad cristiana no se contenta con ayudar, no caduca en filantropía, sino que empuja al discipulado a la comunidad completa a caminar a la causa de los sufrimientos y tratar de eliminarlos, en la medida de lo posible, junto con los mismos hermanos necesitados”.
Pidió prestar una atención especial a los jóvenes, pues “un aspecto de la caridad misionera también es dedicar atención a los jóvenes y a sus problemas”.
El Papa también reflexionó de la Iglesia como comunidad eucarística. “Desde allí, desde la Eucaristía, dibujamos el amor de Cristo para llevarlo a las calles del mundo, para ir con Él al encuentro con los fieles”.
“En lo que respecta a la participación a la Santa Misa, especialmente a la dominical, es importante no obsesionarse con los números: os exhorto a vivir la bienaventuranza de la pequeñez, del ser grano de mostaza, rebaño pequeño, puñado de levadura, llama tenaz, grano de sal”.
“La Eucaristía y el sacerdocio ministerial son inseparables: el sacerdote es el hombre de la Eucaristía”, concluyó.
El Papa en la Catedral de Palermo. Foto: Vatican Media
El Papa en la Catedral de Palermo. Foto: Vatican Media

El Papa Francisco pidió a la Iglesia en Sicilia que custodie las muestras de piedad y religiosidad popular, y que las proteja de los intentos de la mafia de instrumentalizarla para sus intereses ilícitos.
En un discurso ante seminaristas, sacerdotes y religiosos en la Catedral de Palermo, este sábado 15 de septiembre, el Santo Padre dijo que la piedad popular, “muy difundida en estas tierras, es un tesoro apreciado y custodiado por la fuerza evangelizadora que posee”.
Sin embargo, recordó que el protagonista de la piedad popular “siempre debe ser el Espíritu Santo”.
“Os pido que vigiléis atentamente para que la religiosidad popular no sea instrumentalizada por la presencia mafiosa porque, entonces, en vez de ser medio de afectuosa adoración, se convierte en vehículo de corrupta ostentación”.
En concreto, lamentó los casos en que las procesiones sirven para rendir pleitesía a los capos mafiosos, y condenó esas prácticas: “Hemos visto a la Virgen inclinada ante la casa del ‘boss’ (jefe). ¡Eso no está bien!”.
El Papa Francisco se encuentra de viaje apostólico en Sicilia con motivo del 25 aniversario de la muerte del Beato sacerdote Giuseppe “Pino” Puglisi, asesinado por la mafia.
En la Misa celebrada en el Foro Itálico de Palermo condenó las prácticas mafiosas y advirtió que “quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfema con la vida el nombre de Dios-amor”.
El Papa Francisco en el encuentro con los jóvenes hoy en Palermo en Italia. Captura Youtube
En la Plaza Politeama en Palermo (Italia), el Papa Francisco resaltó que los jóvenes deben decir siempre “no” a la resignación, siendo creadores de esperanza y de futuro, recordando además que “¡Todo puede cambiar!”
Ante miles de jóvenes presentes y en medio de un gran ambiente de fiesta, el Santo Padre respondió a tres preguntas que los jóvenes le hicieron a su llegada: ¿Cómo escuchar al Señor?, ¿Cómo acoger a los demás? Y ¿Cómo ser joven en esta tierra?
En sus respuestas, el Papa recordó a los jóvenes que “tienen en el corazón y en las manos la posibilidad de hacer nacer y crecer esperanza”.
“Por favor, no a la resignación. Escuchen bien, un joven no puede ser resignado. Todo puede cambiar. ¿Dónde debo llamar? A tu corazón, a tus sueños. Generen una civilización nueva, acogedora, fraterna, del amor. ¡Todo puede cambiar!”, continuó.
Respondiendo a la primera pregunta, el Santo Padre cuestionó: “¿Cómo se escucha al Señor? ¿Dónde habla el Señor? ¿Tienen el número de teléfono del Señor para llamarlo? Les diré esto y esto es en serio: Al Señor no se le escucha estando en un sillón. ¿Entienden? Con una vida cómoda, sin hacer nada, te aseguro que escucharás cualquier cosa menos al Señor”.

El Pontífice indicó que “quedarse sentados crea interferencia con la Palabra de Dios que es dinámica. Si estás estático, no puedes escucharla. A Dios se le descubre caminando, no esperando que en la vida mágicamente algo ocurra”.
“Lo vemos en esa fascinante historia de amor que es la Biblia. Aquí el Señor llama continuamente a la gente joven y ama hablar a los jóvenes mientras están en camino –por ejemplo, piensen en los dos discípulos de Emaús– o mientras hacían sus cosas: piensen en David que pastoreaba a su grey, mientras sus hermanos estaban en la casa tranquilos”.
Francisco subrayó también que “Dios detesta la pereza y ama la acción. Métanse bien esto en el corazón y en la cabeza. Los perezosos no podrán escuchar la voz del Señor. ¿Entendido?”
“No se trata de moverse para ponerse en forma, se trata de mover el corazón, de poner el corazón en camino”. “Si quieres escuchar la voz del Señor ponte en camino y vive a la búsqueda. Aquí el Señor habla a quien está en búsqueda. Quien busca, camina”.
El Pontífice alertó luego: “Estar en camino es siempre sano. Sentir que ya has llegado, sobre todo para ustedes, es trágico. No se sientan nunca que ya han llegado. Nunca”.
“Me gusta decir, retomando lo del sillón, me gusta decir que es feo ver a un joven jubilado. Es feo. El joven debe estar en camino. La juventud es esto. Si te jubilas a los 22 años, te has envejecido muy rápido”.
Tras explicar que a Dios no se le encuentra en el teléfono, ni en la televisión, ni en “la música ensordecedora que atonta”, el Papa subrayó que “el Señor te hará sentir qué cosa quiere de ti, pero si estás en camino y buscando a los otros, buscando diálogo y comunidad con los otros. Sobre todo en la oración. Reza con tus palabras”.
“Hay otra cosa que les puede ayudar. Sueñen en grande, a lo grande, porque en los grandes sueños encontrarás muchas palabras del Señor que dice algo. Caminar, buscar, soñar. Y un último verbo que ayuda para escuchar la voz del Señor es servir, hacer algo por los otros, no replegado sobre uno mismo”.
Sobre la segunda pregunta, el Santo Padre dijo a los jóvenes que “su vocación será ser hombres y mujeres de encuentro, porque el mundo de hoy es un mundo de desencuentros, de guerra, la gente no se entiende”.

Dios nos quiere salvados juntos, no solos. Que seamos felices juntos, no solos. Que seamos un pueblo. Ustedes son un pueblo con una identidad grande y deben estar abiertos a los pueblos que vienen a ustedes. Un cristiano que no es solidario no es cristiano. La solidaridad es la marca del cristiano”.
“Yo les diré a ti y a todos: ¿Cómo va tu amor? ¿Cómo está el termómetro de tu amor? A veces olvidamos la simplicidad del amor. Dios ama y da con amor. Es necesario involucrarse. Es necesario ensuciarse las manos. Si no son capaces de ensuciarse las manos nunca podrán ser acogedores, nunca podrán pensar en los otros”.
Francisco dijo luego que si un joven está triste, es posible que sea porque no está amando: “La tristeza es la medida de que esto es bajo. Sin eso no podrán ser constructores de futuro. El futuro está en sus manos. El futuro deben hacerlo ustedes con sus manos, con sus sueños, con los otros, siendo acogedores en el servicio a los otros”.
En cuanto a la tercera pregunta, Francisco refirió que actualmente el mundo vive en crisis, y ante ella es necesario descubrir las propias raíces.
“Padre, ¿dónde puedo encontrar las raíces? En su cultura, en el diálogo con los otros, pero sobre todo, y esto lo quiero subrayar, hablen y escuchen a los viejos. Pero, padre, siempre dice lo mismo. Ellos deben darte las raíces, ellos te pueden ayudar con la esperanza. No se puede andar y crear esperanza sin raíces. Lo que el árbol ha florecido, viene de lo que está enterrado, de las raíces”.
En el mundo actual, refirió el Pontífice, “hay desorientación La palabra crisis significa que te hacen bailar en la incertidumbre. No puedes estar firme porque todo se cae y todo se pierde”.
Ante este panorama, el Papa destacó: “Ustedes son la esperanza, y la tienen en sus manos hoy. Les pregunto, en este tiempo de crisis, ¿tienen raíces? Cada uno responde en su corazón, ¿cuáles son mis raíces? ¿Soy un joven con raíces o un joven desenraizado?”

El Papa invita a llevar un pequeño Evangelio en el bolsillo y leerlo todos los días

El Papa a su llegada a Piazza Armerina. Foto: Vatican Media
El Papa Francisco invitó a cultivar la misericordia en la Iglesia con la mirada puesta en las primeras comunidades cristianas y en el espíritu de Pentecostés, para lo cual sugirió llevar siempre un pequeño Evangelio en el bolsillo y leerlo todos los días.
“Es necesario reconstruir el espíritu de la primera comunidad cristiana que, animada por el fuego de Pentecostés, testimonió con valentía a Jesús Resucitado”, afirmó en Piazza Armerina este sábado 15 de septiembre con motivo de su viaje apostólico a Sicilia.
Animó a “entrar con confianza en el tiempo del discernimiento y de las decisiones fecundas, útiles para vuestra felicidad y para el desarrollo armonioso”.
Explicó que, para avanzar en este objetivo, “debéis habituaros a la Palabra de Dios: leed el Evangelio, todos los días, un pequeño fragmento del Evangelio. No lleva más de cinco minutos”.
En este sentido, propuso que casa uno “lleve un pequeño Evangelio en el bolsillo, en la bolsa… Tomadlo, miradlo, leedlo. Y así todos los día, como gota a gota, el Evangelio entrará en nuestro corazón y nos hará más discípulos de Jesús y más fuertes para salir, para ayudar en todos los problemas de nuestra ciudad, de nuestra sociedad, de nuestra Iglesia”.
“Pido al Obispo que facilite la posibilidad de que, todo el que lo pida, pueda tener un pequeño Evangelio para llevarlo consigo. La lectura de la Palabra de Dios os hará fuertes”, aseguró.

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