domingo, 19 de marzo de 2017

CUARESMA

Hoy es el Tercer Domingo de Cuaresma


Homilía de Monseñor Bacarreza
El Evangelio del domingo pasado, el de la Transfiguración de Jesús, tiene su punto culminante en la voz del cielo que nos decía quién es Jesús: "Este es mi Hijo amado, en el cual me complazco". Esa misma voz nos decía cuál debe ser nuestra actitud ante Jesús: "Escuchadlo" (Mt 17,5). El Evangelio de este domingo, que nos relata el encuentro de Jesús con la samaritana junto al pozo de Sicar, concluye con esta declaración de los samaritanos: "Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo". ¿Cómo llegaron a esta conclusión sorprendente?
En el curso de este Evangelio se va aclarando progresivamente quién es Jesús. Después de la constatación de que es un judío, Jesús dice a la mujer: "Si supieras quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva". La mujer obviamente no sabe quién es Jesús y por eso no le pide esa agua. Continúa el diálogo hasta el punto en que la mujer, para no entrar en discusiones teológicas, zanja la cuestión diciendo a Jesús: "Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo revelará todo". La mujer tiene fe en las promesas de Dios y expresa su certeza de que el Mesías vendrá; además, afirma que a él, cuando venga, hay que escucharlo, porque él nos revelará todo. La respuesta que Jesús le da es la revelación de su identidad: "YO SOY". Esta respuesta es ya la revelación de todo, pues este es el nombre divino con que Dios se reveló a Moisés (cf. Ex 3,14.15). Aquí está expresado plenamente quién es Jesús. Pero Jesús agrega: "El que te está hablando". No es un agregado superfluo; lo que quiere decir es que todo lo hablado por Jesús hasta aquí, incluido el nombre divino, la mujer tiene que escucharlo, porque es la revelación de todo, por parte de aquel mismo Mesías que ella esperaba.
Contemplación:
Amado Señor,Tu Divino Nombre grabado a fuego llevo en mi alma y corazón.
Señor solo tu puedes saciar mi sed de Ti, porque eres el Mesías y mi salvador,
eres quien perdona mis miserias y comprende mi pequeñeces 
Me postro delante de Ti a quien entrego todo mi ser; en el dolor o la 
alegría eres quien me consuela

Perla


Papa Francisco anticipa “24 horas para el Señor” confesándose y confesando


El Papa durante la celebración penitencial. Foto: Daniel Ibáñezz
El Papa durante la celebración penitencial. Foto: Daniel Ibáñezz

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VATICANO, 17 Mar. 17 / 12:47 pm (ACI).- Se ha convertido ya en toda una tradición, y consciente de la ayuda que supone para los fieles, el Papa Francisco anticipó la jornada “24 horas por el Señor” con una liturgia penitencial en la que confesó a 7 fieles en la Basílica de San Pedro.
La celebración comenzó con una procesión y después continuó con la Liturgia de la Palabra. A continuación, el Pontífice dio inicio al Sacramento de la Reconciliación. Primero se confesó él mismo como un simple penitente y después confesó a los fieles.
Photo published for El Vaticano ofrece un examen de conciencia actual para una buena confesión en Cuaresma


Mensaje del Papa Francisco para Cuaresma 2017

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VATICANO, 01 Mar. 17 / 06:23 am (ACI).- Con motivo del inicio de la Cuaresma, el Papa Francisco dedicó la Audiencia General del miércoles a explicar su significado y recordar el paso del pueblo de Israel por el desierto antes de llegar a la Tierra prometida.
“La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al Tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas”, explicó durante la catequesis.
A continuación, la catequesis completa del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarrollando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy quisiera presentarles la Cuaresma como camino de esperanza.
De hecho, esta perspectiva se hace enseguida evidente si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y por lo tanto, todo el sentido de este periodo de cuarenta días es iluminado por el misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor Resucitado que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él, que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús Resucitado. La Cuaresma es un periodo de penitencia, también de mortificación, pero no un fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resurgir con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente “desde lo alto”, desde el amor de Dios (Cfr. Jn 3,3). Por esto es que la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza.
Para comprender mejor que cosa significa esto, debemos referirnos a la experiencia fundamental del éxodo de los Israelitas de Egipto, narrada en la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud en Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no se ha olvidado de su pueblo y de su promesa: llama a Moisés y, con brazo poderoso, hace salir a los Israelitas de Egipto y los guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los Israelitas la ley, para educarlos en el amor a Él, el único Señor, y para amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y fatigoso: simbólicamente dura 40 años, es decir, el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, es siempre tentada a añorar Egipto y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de regresar atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esta pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino es realizado en la esperanza: la esperanza de alcanzar la Tierra, y justamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud del pecado a la libertad, al encuentro del Cristo Resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada salida, todo tiene sentido solo dentro del designio de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.
La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y gozosa. Para abrir esta vía, este camino, Jesús ha debido despojarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirnos el camino a la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros somos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado por medio de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en un carruaje”. No, no quiere decir esto. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, como es una historia de amor, requiere nuestro “si” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de ella todos los santos.
La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al Tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros corresponde tomar de su fuente y beber, en los Sacramentos, en la oración, en la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido confiada el día de nuestro Bautismo.
En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta I Dom. de Cuaresma), quien realiza el camino de la Cuaresma esta siempre en el camino de la conversión. Es un signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, siempre por renovar. Un camino ciertamente difícil, como es justo que sea, porque el amor es arduo, pero es un camino lleno de esperanza. Es más, diría además: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto – todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, las visiones… – todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, en el modelo de la Virgen María, que en medio a las tinieblas de la pasión y de la muerte de su Hijo continuó creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios.
Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría hoy este camino de esperanza. Gracias.
CONTEMPLACIÓN:
"SI" SEÑOR CREO EN TI  :
 LA CRUZ Y EL DOLOR DE HOY, ME HACEN SENTIR MAS PRÓXIMA A TI.
MI ALMA Y CORAZÓN SE ABRAZAN  A LA FE Y ESPERANZA QUE NOS DEJASTE:
ERES LA LUZ QUE NADA,NI NADIE PODRÁ APAGAR.
TU AMOR ES MISERICORDIOSO E INFINITO; AMOR  QUE EL ODIO JAMAS 
OPACARA;" PORQUE TÚ ERES AMOR: TÚ,ERES VIDA ETERNA"
PERLA

12 DE MARZO

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Amado Señor, que el resplandor e iluminación de tu amado rostro
Permanezca siempre entre nosotros.
Dice el Salmo C 16; V 1-4,6-9
Protégeme Dios mío,
Porque me refugio en Ti.
Yo digo al Señor
“Señor tú eres mi bien
No hay nada superior a Ti.”
Ellos en cambio dicen a los dioses de la tierra.
“Mis príncipes, ustedes son mi alegría”
“Multiplican sus ídolos y corren tras ellos,
pero yo no les ofreceré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
El Señor es parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte!
Me ha tocado un lugar de delicias,
estoy contento con mi herencia.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor
Él está a mi lado, nunca vacilaré
Por eso mi corazón se  alegra,
 se regocijan mis entrañas.
Me harás conocer  el camino de la vida
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha…
Es ; palabra de Dios
Contemplación
Señor tu rostro resplandece, en mi corazón y en mi alma.
Quiero vivir junto a ti; gozando las maravillas del Reino de Dios.
Así como los apóstoles vieron  y vivieron  esa profunda experiencia espiritual contigo en el monte Tabor, que podamos escuchar nuevamente la voz del Padre diciendo “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo  puesta mi predilección; escúchenlo.
Amado Señor, ayúdanos en esta lucha espiritual contra los impíos que realizan  prácticas abominables en estos días santos, despreciando la verdad y justicia del Padre, no permitas que su maldad toque al justo e inocente.
Que así sea

Perla

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