sábado, 10 de junio de 2017

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

JUNIO DÍA 11 SOLEMNIDAD;
 DE LA

SANTÍSIMA TRINIDAD

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SANTÍSIMA  TRINIDAD:
SANTÍSIMA  TRINIDAD:
Oración y testimonio:
En el antiguo Testamento  Dios se revela ante un mediador Moisés, quien intercede por los pecados del pueblo, ese pueblo que en el caminar hacia la tierra prometida nuestra rebeldía y enoja a Dios Padre.
Por  Moisés a quien elige como mediador nos demuestra su infinita Misericordia, formando una alianza.
Que finalizaría más tarde cuando envía a su Hijo, Jesús con quien nos daría una nueva Alianza, entregándolo para el perdón de los pecados, con el derramamiento de Sangre como ofrenda. Por su Hijo son perdonados nuestros pecados, y por El recibimos  nuestra redención, para compartir la vida eterna con  el Padre que no tiene tiempo.
 El  Verbo se hace carne: se hace hombre, por el  Espíritu Santo en Jesús. Formando la Trinidad
Toda la Trinidad expresa unidad comunión entre Dios y nosotros; por el bautismos recibimos el Espíritu que nos anima  y con Jesús a dar testimonio como cristianos...
 _Santísima trinidad; Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Un solo Dios, desde el fondo de mi pequeñez e insignificancia,
pido perdón por mis pecados, por todas las veces que ofendí a mi Dios, con mis miserias  humanas.
Reconozco  mi vida, con plena conciencia, que somos pecadores; que hay un Padre infinitamente bueno, que perdona y nos ama, es el Dios que da la vida personal y  toda existencia, en el cielo y en la tierra.
El me creo perfecta en su Ley, y me dio libre albedrío, su
Santo Espíritu es quien sopló mi alma y la animaba,
para  que  fuera desarrollando en mí su luz dando luz a mi espíritu:  en ese soplo puso todo el conocimiento de mi existencia; de mi cuerpo y necesidades, sin separar el orden establecido de su perfección; señalando, plasmando en mi conciencia el camino de lo que es bueno y lo que es malo.
En mi corazón plasmó su amor, para que amará como Él nos ama.
La vida e intelecto y capacidades recibidas; debemos compararlas como un diamante en bruto, que brilla con todo su esplendor a medida que nos vamos puliendo, en el caminar junto a Él  que nos creó para ser como Él: Santos y Perfectos; Sumun de  todo Sabiduría, Ciencia y Verdad.
Al Padre Hijo y Espíritu Santo entrego mi amor incondicional
Prometiendo responder con fidelidad.
Amén
Perla


La Santísima Trinidad es el misterio de un sólo Dios en tres personas. El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima de la luz de su razón.
La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión. En su nombre hemos sido bautizados. La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario.
La Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.
Os adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado, Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine con vos en la eternidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Así sea.

(Texto de una estampa religiosa de finales del siglo XIX)

Adoración al Padre eterno.
Padrenuestro, un Avemría y un Gloria.
Oración. Os adoro, oh Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción á los cielos.
***
Adoración al eterno Hijo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración: Os adoro, oh eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.
***
Adoración al Espíritu Santo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Oración. Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la santísima Virgen, vuestra amantísima Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosisima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar; hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver mas a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima proteccion de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedais á mí y a N. el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.
* * *
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Oración a la Santísima Virgen.
 Os reconozco y os venero, oh Virgen santísima, Reina de los cielos, Señora y Patrona del universo, como a Hija del eterno Padre, Madre de su dilectísimo Hijo, y Esposa amantísima del Espíritu Santo; y postrado a los pies de vuestra gran Majestad con la mayor humildad os suplico por aquella divina caridad; de que fuisteis sumamente llena en vuestra Asunción al cielo, que me hagáis la singular gracia y misericordia de ponerme bajo vuestra segurísima y fidelísima protección, y de recibirme en el número de aquellos felicísimos y afortunados siervos que lleváis esculpidos en vuestro virginal pecho. Dignaos, oh Madre y Señora mía clementísima, aceptar mi miserable corazón, mi memoria, mi voluntad, y demás potencias y sentidos míos interiores y exteriores; aceptad mis ojos, mis oídos, mi boca, mis manos y mis pies, tomalos conforme al beneplácito de vuestro Hijo, a fin de que con todos sus movimientos tenga intención de tributaros gloria infinita. Y por aquella sabiduría con que os iluminó vuestro amantísimo Hijo, os ruego y suplico me alcancéis luz y claridad para conocerme bien a mí mismo, mi nada, y particularmente mis pecados, para odiarlos y detestarlos siempre, y alcanzadme además luz para conocer las asechanzas del enemigo infernal y sus combates ocultos y manifiestos. Especialmente, piadosísima Madre mía, os suplico la gracia… (mencionar).

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