Los santos Inocentes (s. l)
Los Santos Inocentes. Santos:
Eutiquio, Domiciano, Cástor, Víctor, Rogaciano, Troadio, Cesáreo, mártires;
Calínico, Eustracio, Bonifacio, obispos; Indes, Domna, Teófila, vírgenes y
mártires; Agape, confesor; Teodoro, abad; Antonio, monje.
La consulta bien intencionada de
aquellos Magos que llegaron de Oriente al rey fue el detonante del espectáculo
dantesco que organizó la crueldad aberrante de Herodes a raíz del nacimiento de
Jesús.
Habían perdido el brillo celeste que
les guiaba, llegó la desorientación, no sabían por dónde andaban, temieron no
llegar a la meta del arduo viaje emprendido tiempo atrás y decidieron quemar el
último cartucho antes de dar la vuelta a su patria entre el ridículo y el
fracaso.
Al rey le produjo extrañeza la visita
y terror la ansiosa pregunta sobre el lugar del nacimiento del Mesías;
rápidamente ha hecho sus cálculos y llegado a la conclusión de que está en
peligro su status porque lo que las profecías antiguas presentaban en futuro
parece que ya es presente realidad. Se armó un buen revuelo en palacio,
convocaron a reunión a los más sabios con la esperanza de que se pronunciaran y
dieran dictamen sobre el escondrijo del niño «libertador». El plan será
utilizar a los visitantes extranjeros como señuelo para encontrarle. Menos mal
que volvieron a su tierra por otro camino, después que adoraron al Salvador.
Impaciente contó Herodes los días; se irritó consigo mismo por su estupidez;
los emisarios que repartió por el país no dan noticia de aquellos personajes
que parecen esfumados, y se confirma su ausencia. Vienen los cálculos del
tiempo, y contando con un margen de seguridad, le salen dos años con el
redondeo.
Los niños que no sobrepasen dos años
en toda la comarca morirán. Hay que durar en el poder. El baño de sangre es un simple
asunto administrativo, aunque cuando pase un tiempo falten hombres para la
siembra, sean escasos los brazos para segar y no haya novios para las muchachas
casaderas; hoy solo será un dolor pasajero para las familias sin nombre, sin
fuerza, sin armas y sin voz. Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y
balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus
madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.
Son los Santos Inocentes. Están
creciendo para Dios en su madurez eterna. Ni siquiera tuvieron tiempo de ser
tentados para exhibir méritos, pero no tocan a menos. Están agarrados a la mano
que abre la gloria. Aplicados los méritos de Cristo sin que fuera preciso
crecer para pedir el bautismo de sangre, como tantos laudablemente hoy son
bautizados en la fe de la Iglesia con agua sin cubrir expediente personal. El
Bautismo es gracia.
Entraron en el ámbito de Cristo
inconscientes, sin saberlo ni pretenderlo; como cada vez que, por odio a Dios y
a la fe, hay revueltas, matanzas y guerras; en esas circunstancias surgen
mártires involuntarios, que, aun sin saberlo, mueren revestidos y purificados
por la sangre de Cristo, haciéndose compañeros suyos en el martirio; y no se
les negará el premio solo porque ellos mismos, uno a uno, no pudieran pedirlo.
En este caso es el sagrado azar providente de caer por causa de Cristo, porque
la mejor gloria que el hombre puede dar a Dios es muriendo.
Ya el mismo Jeremías dejó dicho y
escrito que «de la boca de los que no saben hablar sacaste alabanza».
Hoy los mayores también hacen bromas
en recuerdo del modo de ser juguetón y alegre de aquellos bebés que no tuvieron
tiempo de hacerlas; este día presenta una buena ocasión para hacer agradable la
vida a los demás, con admiración y sorpresa, en desagravio del mal que provocó
el egoísmo de aquel que, tanto se fijó en lo suyo, que aplastó a los demás.
Contemplación y oración:
Oh Padre Eterno; muchos hombres desde Caín por temor envidia y celos fueron homicidas, la
historia nos muestra la crueldad de Herodes:
por temor a perder su reino persiguió a un niño que sería el Rey del universo.
Ese inocente Niño era el Salvador que dabas a la
humanidad para Redimirnos del pecado:
volver a Ti y por su gracia fuésemos hijos
de Dios, y recibir la vida eterna.
El Dios Hijo, el Verbo hecho carne eligió venir y vivir en la
pobreza, era el Rey con mayúscula, el Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo.
Herodes egoísta, sanguinario, frio y
revestido de obscuridad y tinieblas en su corazón, alma, espíritu y conciencia quería matar al Rey que venia al mundo.
Los hombres de aquel tiempo por estar lejos de la luz y
carecer de preparación espiritual para recibir a quien sería, Nuestro Señor y
Salvador no le dieron lugar ni albergue; Él nació con los animales en un
pesebre, pobre una noche muy fría, como el corazón de los hombres.
Ciego de ira al ser engañados por los
Magos a quien les pidió dijeran donde Nacería el Rey para rendirle honores: su idea era matarlo.
Advirtiendo esto los Magos regresaron
por otro camino
Lleno de odio envió a matar a los niños recién nacidos,
niños inocentes para salvar su poder.
Padre Santo; qué diferencia hay entre
el Herodes que quiso matar a Jesús; con los Herodes de hoy que con el mismo análisis
político económico egoísta y sanguinario
matan a inocentes por ley.
Todos son los niños que siguen detrás
del Cordero de Dios inocente e inmolado por nuestros pecados .
A los Santos Inocentes de ayer y a
los Santos inocentes de hoy Rendimos homenaje, porque ellos gozan de la Luz de
Dios.
Amén
Perla
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