es uno de los padres de la Iglesia y, más concretamente, uno de los padres apostólicos por su cercanía cronológica con el tiempo de los apóstoles.3 Es autor de siete cartas que redactó en el transcurso de unas pocas semanas, mientras era conducido desde Siria a Roma para ser ejecutado o, como él mismo escribió:
... para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y
convertido en pan puro de Cristo.
Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 4, 1.
Su arresto y ejecución se produjeron a
comienzos del siglo II. Aparte de eso, solo se sabe que fue
obispo de la ciudad de Antioquía de Siria. El conocimiento sobre
Ignacio se centra, por tanto, en el final de su vida, pero ello basta para
hacer de él uno de los padres apostólicos mejor conocidos. Ignacio es
un mártir del cristianismo y uno de los santos de la Iglesia católica y
de la Iglesia ortodoxa,
que celebran su festividad el 17 de octubre4 y el 20 de diciembre,5 respectivamente.
El descubrimiento y la identificación de
las cartas de Ignacio se produjeron a lo largo de los siglos XVI y XVII, tras
un arduo y polémico proceso. La temática «procatólica» de las cartas soliviantó
los ánimos de teólogos protestantes como Juan Calvino, que las impugnaron
enérgicamente. La polémica entre católicos y protestantes continuó hasta
el siglo XIX, en que se alcanzó
un consenso sobre cuántas cartas, cuáles y en qué medida fueron
escritas realmente por Ignacio. Desde entonces, la opinión mayoritaria, pero no
indiscutida, es que Ignacio escribió cartas a las comunidades cristianas
de Éfeso, Magnesia del Meandro, Trales, Roma, Filadelfia y Esmirna, además de una carta personal al
obispo Policarpo de Esmirna,
otro «padre de la Iglesia» y también «padre apostólico». Los escritos de Ignacio
están próximos en el tiempo a la redacción de los evangelios y una parte de la investigación
ignaciana está centrada en esclarecer su relación con ellos. Las cartas
ofrecen, además, valiosos indicios sobre la situación de las
comunidades cristianas a finales del siglo I y comienzos del siglo II.
La FUENTE
LA información sobre la vida de Ignacio
proviene principalmente de sus cartas. A través de ellas se conocen
algunos datos fundamentales de su persona, como que era obispo de Antioquía o que fue condenado a morir
en Roma. También se deduce de su lectura
la dramática y difícil circunstancia en la que fueron redactadas.
Pues cuando oísteis que venía encadenado desde Siria en el nombre de
Aquel que es nuestra esperanza, y que esperaba por vuestras oraciones llegar a
Roma y triunfar sobre las fieras, y con ello hacerme discípulo, vinisteis a
verme con premura...
Ignacio no pretendía informar en sus
escritos sobre una situación que sus interlocutores ya conocían de primera
mano, sino ofrecer consejo y reflexión. Pero las informaciones fragmentarias
que sobre sí mismo fue dejando en sus cartas se han convertido, con el paso de
los siglos y la ausencia de otras fuentes, en apuntes de inapreciable valor.
Sus escritos no tienen, por tanto, un carácter biográfico, sino circunstancial,
y hablan del encuentro de un obispo cristiano condenado a muerte y una
comunidad de cristianos que, atraída por su fama, salió a su paso a recibirle y
hacer más llevadero su camino.
... incluso las iglesias que no estaban en el camino me escoltaban de
pueblo en pueblo...
Las cartas de Ignacio fueron el fruto de
esos encuentros y testimonian sus preocupaciones y su gratitud. Si en un
primer momento Ignacio fue recordado por su persona y por su historia, hoy se
le recuerda principalmente por sus cartas. Sin ellas, apenas quedaría de él más
que una leyenda.
Una segunda fuente de información
proviene de reseñas consignadas en las obras de diversos autores eclesiásticos,
en su mayor parte padres de la Iglesia.
Estos Padres, que conocían las cartas de Ignacio, transcribieron en sus propias
obras fragmentos de ellas, añadiendo en ocasiones noticias independientes,
recibidas seguramente a través de alguna tradición. Se debe a Eusebio de Cesarea (principios
del siglo IV)7 el resumen más completo y verosímil de ellas. Antes de Eusebio, se conservan los
testimonios, más bien casuales, de Policarpo de Esmirna, Ireneo de Lyon y Orígenes. Después de él, hay que mencionar la
obra de dos antioquenos, paisanos de Ignacio: Juan Crisóstomo (finales
del siglo IV) y Teodoreto de Ciro (siglo
V). Estos dos últimos autores, aunque tardíos, se beneficiaron todavía de la
tradición local de la ciudad. Más allá del siglo V y lejos de Antioquía ya no
se han encontrado noticias fiables. El testimonio de Eusebio de Cesarea suele
prevalecer en la opinión de los eruditos y esto ha sido así en líneas generales
desde que comenzaran en el siglo XVI las disputas entre católicos y
protestantes.
Existe un tercer grupo de documentos que
acompañan la cuestión ignaciana a modo de apéndices. Carecen en general de
fiabilidad histórica pero no de interés. Existe un relato tardío de su
martirio, conocido como el Martirio colbertino,8 que reconstruye con ciertas dosis de imaginación el viaje de Siria a Roma y donde se
señala el 20 de diciembre como la fecha del martirio.9 Más importante es que, dentro de ese relato, se encontró en el año 1646 la versión griega de una de las cartas de
Ignacio. Además del Martirio colbertino, se conservan también cartas apócrifas de propósito diverso que simulan
haber sido escritas o recibidas por Ignacio durante su viaje a Roma y que la
crítica considera espurias de forma unánime.
De todas estas fuentes, se desprende una
exigua «Vida de Ignacio» que tiene su parte especulativa pero que es todo
cuanto hay. Tan importante como eso es, sin embargo, que dicha vida está
inmersa en un contexto histórico que la sostiene y da profundidad. Junto a Ignacio,
hay lugares, sucesos y gentes que estaban presentes en la mente de aquellos que
vivieron esos momentos y que proyectan la vida de Ignacio en el complejo
horizonte del cristianismo primitivo. Ese horizonte es hoy del máximo interés
ya que los escritos de los padres apostólicos son
el primer lugar donde se puede escudriñar la influencia y el grado de formación
de los evangelios.
Contemplación y testimonio:
Eran tiempos difíciles,una noche salí de una Misa carismática,en Mar del Plata casi a media noche fui con una chica, eran mis tiempos de gran misión; donde el Señor o la Virgen me enviaban allí estaba; iba no importaba la distancia o la hora no tenía miedo en la ruta solitaria eran tardes horas de la noche, algunas veces venia conmigo alguien y si no tenia quien me acompañara iba sola;
Una noche cuando iba a cruzar una avenida apareció un auto rojo a toda velocidad llevaba en mi mano una bolsita con cirios bendecidos fue tan rápido que quede descolocada,
la bolsa fue a parar al medio de la avenida desparramandose la velas.
mire el auto tenía hundido el costado fueron los cirios que me protegieron a mi no me paso nada el auto desapareció a toda velocidad.
Fue en ese tiempo que al despertar el ángel me dijo tienes tres protectores, San Ignacio de Antioquia, San Ignacio de Loyola y Maximiliano Kolbe.
A San Ignacio de Loyola lo conocía por los ejercicios espirituales, pero no a los otros dos Santos, lei sobre sus vidas.
Sentí que tenía que presentarlos con mi testimonio,y rezar con ellos, en ese tiempo casi no sabía computación pero a esta imagen que hice y.muestro la hice con humilde entrega y agradecimiento .
Hoy al conocer un poco más de técnica: como dice mi maestra pones mucho empeño
esto era lo que quería expresar,simbólicamente ; hacer que la oración tome vida unirla a la belleza de la Creación.
También si el Espíritu Santo me ilumina, lograrlo con la alabanza.
En este día rezo y pido proteccion a San Ignacio de Antioquia acompañando con la imagen de portada.sus palabras de profundo amor y entrega:
"Para ser trigo de Dios molido por los dientes de las fieras y convertirme,
en pan puro de Cristo."
Cuánto necesitamos de grandes amores hacia el Señor; como San Ignacio y aquellos cristianos mártires de hoy.
Gracias Señor por el amor que diste, y das a cada uno de tus hijos.
esto era lo que quería expresar,simbólicamente ; hacer que la oración tome vida unirla a la belleza de la Creación.
También si el Espíritu Santo me ilumina, lograrlo con la alabanza.
En este día rezo y pido proteccion a San Ignacio de Antioquia acompañando con la imagen de portada.sus palabras de profundo amor y entrega:
"Para ser trigo de Dios molido por los dientes de las fieras y convertirme,
en pan puro de Cristo."
Cuánto necesitamos de grandes amores hacia el Señor; como San Ignacio y aquellos cristianos mártires de hoy.
Gracias Señor por el amor que diste, y das a cada uno de tus hijos.
San Ignacio Padre de la Iglesia gracias por enseñarnos tu amor incondicional a Cristo ora con y por nosotros, enséñanos a responder al Reino con la misma fidelidad que tu,
Amén
Perla
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