ENERO 16 / 018
SANTA MISA
En su segundo día de visita en Chile, el Papa Francisco celebró
una multitudinaria Misa en el Parque O’Higgins, en Santiago, donde alentó a los
presentes a vivir las bienaventuranzas, que son el horizonte del cristiano y
que nacen “del corazón misericordiosos que no se cansa de esperar”.
La
Eucaristía comenzó a las 10:30 a.m. y congregó unas 400 mil personas, según
cifras oficiales. Estuvo marcada por la coronación de la imagen de la Virgen
del Carmen, Patrona de Chile.
En
su homilía, el Santo Padre destacó las actitudes con las que Jesús sale al
encuentro del hombre, de las cuales la primera es “ver, es mirar el rostro de
los suyos”.
“No
fueron ideas o conceptos los que movieron a Jesús… son los rostros, son
personas; es la vida que clama a la Vida que el Padre nos quiere transmitir”,
destacó el Papa.
A
partir de ese encuentro entre Jesús y el rostro del hombre nacen las
bienaventuranzas “que son el horizonte hacia el cual somos invitados y
desafiados a caminar”.
Estas bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva, ni de
espectador, ni de desventuras, ni de espejismos, sino de “del corazón compasivo
de Jesús que se encuentra con el corazón de hombres y mujeres que quieren y
anhelan una vida bendecida”.
“De
hombres y mujeres que saben de sufrimiento (...), pero más saben de tesón y de
lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar”,
agregó.
“¡Cuánto
conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar”, destacó
el Papa Francisco, “cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos
derrumbes! ¡A ese corazón apela Jesús; para ese corazón son las
bienaventuranzas!”.
El
Papa Francisco alentó a los chilenos a “¡sembrar la paz a golpe de proximidad,
de vecindad!”, es decir salir al encuentro de los demás, “de aquel que lo está
pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta
tierra”.
“El
trabajador de la paz”, explicó, “sabe que muchas veces es necesario vencer
grandes o sutiles mezquindades y ambiciones, que nacen de pretender crecer y
‘darse un nombre’, de tener prestigio a costa de otros”.
Quien
trabaja por la paz “sabe que no alcanza con decir: no le hago mal a nadie”,
sino que “construir la paz es un proceso que nos convoca y estimula nuestra
creatividad para gestar
relaciones
capaces de ver en mi vecino no a un extraño, a un desconocido, sino a un hijo
de esta tierra”.
El
Papa pidió a la Virgen Inmaculada que desde el Cerro San Cristóbal “nos ayude a
vivir y a desear el espíritu de las bienaventuranzas; para que en todos los
rincones de esta ciudad se escuche como un susurro: ‘Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’”.
Al
terminar la Eucaristía el Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati,
agradeció al Papa Francisco por su visita a Chile “en cuyo corazón brilla la
vocación del entendimiento y no del enfrentamiento”.
“Le
damos gracias Papa Francisco, porque de sus labios hemos escuchado la voz de
Jesús ‘mi paz les dejo’ y en un gesto de fraternidad nos ha invitado a hacernos
mutuamente don de esa misma paz”, expresó el Cardenal Ezzati.
No hay comentarios:
Publicar un comentario